¿Maestra está tratando de seducirme?
Amores como el nuestro quedan ya muy pocos, del cielo caen estrellas
sin oír deseos, deshojar una rosa ya es cosa de tontos, nadie le interesa ya
los sentimientos, como los unicornios van desapareciendo. Amar es hoy tan
fácil, solo es cosa de un beso, un amor como el nuestro no deber morir
jamás...
Las coplas las popularizó el
puertorriqueño Jerry Rivera, Jerry no Jenny –que quede claro--, aunque yo
conocí esta ‘salsa’ con el grupo Niche, originarios de Colombia, el autor de
ésta deliciosa rola es el panameño Omar Enrique Alfanno Velázquez, aunque
muchos se la atribuyen al "boricua".
En fin, quien la haya
compuesto o quien la haya popularizado es lo de menos cuando reconoces las fanfarrias
en la introducción de la melodía de inmediato te trasporta a una canción que ha
sido la música de fondo --o lo que hoy llamamos el soundtrack—de muchos que se
dicen enamorados.
Para no desentonar con este
mes de la melcocha mercadológica recordaré uno de mis primeros amores, fue hace
algunos ayeres cuando estaba por cumplir trece años en plena pubertad, deseoso
de conocer el mundo, anhelando ser adulto para no esperar ordenes de mis
mayores, y como yo llegaron cientos de pubertos a una de las mejores
secundarias del rumbo: la gloriosa Felipe N. Villarelo.
Las ‘fauna’, porque a esa edad
estamos en más pura etapa instintiva era a causa de la revolución hormonal, era
diversa y hasta peligrosa, habría que hacer un ejercicio de memoria, de cómo
nos conducíamos todos, sin excepción, descubríamos lo placentero de sentarse a
la lado de la compañerita o compañerito, sea cual sea el caso, que nos
agradaba, percibir su aroma, aunque no se hayan aseado, era un placer a la
vista observar como nuestras compañeritas gracias a la naturaleza adquirían
bellas y curvilíneas formas, en tanto ellas caían rendidas por la galanura del
chavo en cuestión, ¿qué si pensaban en situaciones sexuales? lo más probable es
que sí; solamente que las mujeres son y serán siempre muy discretas en ese
tema, no así los varones que en muchas ocasiones no lograban controlar los
impulsos naturales de la edad.
De mi salón de clases recuerdo
a muchas de mis compañeritas que me quitaban el sueño como… ¡ah! Y en la
escuela había otras chiquillas que bueno empezaron a ser parte de esas
humedades adolescentes.
En medio de todo ese oleaje
hormonal surgen otros personajes, que se convierten en los llamados amores
platónicos para mí uno de esos primeros, porque han sido muchos, fue la maestra
de artes plásticas su nombre Catalina su apellido era… Rodríguez si es que la
memoria no me falla, porque a esta edad ya esos recuerdos empiezan a tornarse
difusos.
Trato de hacer memoria la
primera vez que la vi, estoy seguro que portaba unos jeans azules, que hacían
destacar sus ya firmes curvas, era alta, tal vez 1.70, o a lo mejor menos, para
mi era una mujer imponente, de cabello castaño claro ondulado al hombro, rostro
redondo, morena clara, boca de regular, labios que envidiaría la misma Angelina
Jolie, sus ojos no los recuerdo con claridad, porque usaba unos lentes enormes
que distraían la atención en su mirada, otra de sus características era sus
dentadura tenía unos dientes frontales que la hacían parecer un conejita, y no
precisamente de playboy, aunque si hubiese pasado la prueba.
Su clase era la de artes
plásticas, y gracias a ella me acerqué un poco más a la apreciación del arte,
pintura, escultura, grabado, entre otras cosas, me di cuenta en sus clases que
lo mío era más la descripción por medio de las letras, que la habilidad para
dibujar o esculpir, eso se lo dejamos a otros compañeros que en verdad tenían
ese talento, pero esa historia será tema de otro relato en de otra ocasión.
Su voz es una poco gangosa,
pero para mí era música ¡ja! En verdad estaba ido. Recuerdo una ocasión tras
una batalla campal con jabones, porque según esto íbamos a esculpir una gran
obra de arte, culminó en un verdadero desastre, obviamente no me quede al
margen de dicho acontecimiento y resultado fue que tuvieron que llamar a mi
madre y a los papás de otras media docena de baquetones fueron los provocadores
de tal incidente.
El regaño fue en el
laboratorio de la escuela, junto con la profesora que tenía el cargo de
‘Orientadora’ – misión ‘harto difícil’ para esos tiempos—la subdirectora y
obviamente Catalina, en donde el sermón no sólo fue para los revoltosos sino
para los padres de familia.
No conforme con eso, Cata nos
puso frente a grupo a todos los “guerrilleros del jabón” volvió a señalar las
consecuencias de nuestros actos, los demás compañeros entre el estupor y la
burla vieron como nos llamaba la atención al final lo recuerdo tras la letanía
creo aún escuchar ¡a portarse bien! Y me dio regalo una nalgada, lo cual
obviamente hizo que me ruborizara, situación de la cual se percató unos de los
“regañados”, Jorge Jiménez Calvo de apodo “El Pelón”, quien me dijo ¡no te
pongas rojo!
En fin si de por sí Catalina ya era
parte de mis desvelos, con ese “caricia” las cosas mejoraron, las incidencias
de mis sueños algún día las narraré, lo que sí puedo recordar de vote-pronto es
que a ella la veía como esa mítica escena de “El graduado” (1967), película
protagonizada por un joven Dustin Hoffman y
una hermosa Anne Bancroft, quien por cierto a pesar de ser menor que
Hoffman, interpreta a una mujer de mayor edad, papel que le quedó al puro
centavo, son unas las actuaciones más icónicas de los anales del cine, sobre
todo cuando Mrs. Robinson intenta seducir a Benjamin Braddock.
La escena a la que refiero es
cuando Mrs. Robinson no deja salir de Benjamin de su habitación mientras se
despoja lentamente de sus ropas, ella se sienta en la cama mientras se quita
una de las medias de sus bien torneadas piernas en tanto que Braddock en el
umbral de la puerta la observa embelesado y le dice:
--“Señora Robinson ¿está usted
tratando de seducirme?”
Pues todo esto lo veía
recreado con mi maestra de Artes Plásticas, a quien le decía: “¿Maestra está
tratando de seducirme?” A la distancia aún se me enchina la piel al pensar en
esa escena.
Toda está fantasía empezó
después que en la desaparecida IMEVISIÓN programó esa película en su
clasificación “C” por alguna extraña razón puede ver la película, la cual veía
a ratos porque según yo estaba haciendo tarea, fue ese dialogo que se me grabó
de forma perenne, además que estaba boquiabierto observando lo que ocurría en
esa pantalla en blanco y negro, aún no contaba con un televisor a color, además
quedé hechizado por la banda sonora de esa cinta, con el tiempo me enteré que
era Simon & Garfunkel, en recreo del día siguiente escuchaba a uno de los
compañeros decir: “que ¡chingones son los Beatles!”, para ese tiempo ya era
avezado en los temas del Cuarteto de Liverpool, y sabía que esas canciones no
eran de su autoría. Pero no me ocupé en desmentirlo.
¿Qué cuánto tiempo duro ese
enamoramiento platónico? No lo sé. Lo que sí recuerdo es que cada que tenía su
clase la imaginación volaba y obviamente cada que vuelvo a ver “El graduado” o
escuchó Mrs. Robinson de Simom & Garfunkel no puedo evitar en pensar en mi
maestra Catalina uno de mis tantos amores platónicos que he tenido a lo largo
de la vida. ¡Ya ves Emmanuel
Macron!, no eres el primero ni el único...
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