El "extraño" caso de las redes sociales
“El negocio de la política, como
en el de los espectáculos, no gana en el que recibe más elogios gana el que
aparece más veces en los ‘raitings’ en los trending topics y en las encuestas
de recordación”, la cita es del periodista Álvaro Cueva en su columna Ojo por ojo del Diario Milenio --que se
publicó el pasado domingo 4 de septiembre de 2016--, que tituló: ¡México es tu casa Donald Trump!
La política como espectáculo o el
espectáculo como política; la percepción es que las redes sociales se han
encargado de banalizar el arte de gobernar --como lo definieron los griegos--, para
dar paso a un circo. La desconfianza en los políticos, en los sistemas de
gobierno, en sus instituciones es más evidente en esta era en donde las nuevas formas
de comunicarse han evolucionado.
En esta era de la world wide web
(la telaraña de alcance mundial), o la llamada supercarretera de la
comunicación lo que sucede al otro lado del mundo se conoce en segundos en el
otro extremo, mientras tecleaba este texto cerca de la media noche (23:23 de un
domingo 11 de septiembre de 2016) del domingo CNN en su plataforma de Facebook da
la siguiente Alerta informativa: Corea del norte lanza tres misiles
balísticos la mañana de este lunes (hora local) desde la provincia de Hwanghae
del Norte hacia el Mar de Japón, según informó el ejército surcoreano. Aún había que confirmar datos, pero el suceso
viajó en cuestión de segundos por todo el mundo.
A esa hora del domingo una de las
redes sociales más influyentes en todo el orbe Facebook fue la herramienta para que un medio de comunicación diera
a conocer una noticia y poner al tanto a miles o tal vez millones de
internautas que utilizan está plataforma como una fuente de información.
El
extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Robert Louis
Stevenson), así podemos describir a las redes sociales; el lado bueno: la
rapidez en que fluye la información, la proximidad que se tiene con los
interlocutores, se genera una inmediata retroalimentación, esas serían las
características del Dr. Jekyll. Lo malo: los bulos, ‘fails’, gazapos,
información sin el sustento, las críticas escudadas en el anonimato, son
algunos detalles que transforman a los “social media” en Mr. Hyde.
Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia,
1925-2017 ) en su ‘pesimismo’ señala: La gente usa las redes sociales no para
unir, no para ampliar sus horizontes sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo “zona de confort”, donde el
único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los
reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy
placenteros pero son una trampa.
¡Sí, pero no!, detrás de los
‘social media’ está el factor humano, las opiniones que ahí se vierten son o
tienen que ser responsabilidad, en teoría, de sujetos miembros de una comunidad,
entonces las redes sociales por si solas no son ‘la trampa’ como señala Bauman,
la red social paso de ser una simple forma de socializar a ser un foro,
plataforma, escenario para manifestación de ideas, conceptos, ofrecer
información; su único ‘control’ es la auto-regulación entonces ahí empieza a vislumbrarse
la trampa de la cual habla el filósofo nacido de Poznan.
Bauman señala en la entrevista
que se publica en Babelia, sección del periódico El País, que las redes sociales
crean un sustituto de identidad; la búsqueda del alter ego no es nuevo lo
podemos encontrar en distintos pasajes de la de la cultura pop ¿qué sería del
aburrido multimillonario Bruce Wayne sin Batman, o del ‘nerd’ Peter Parker sin
en asombroso Spiderman? Tras esa máscara donde ocultan su identidad pueden ser
y hacer lo que ante la sociedad se
reprimen.
Eso es lo que sucede en las redes
sociales: en la comodidad de mi sofá, sentado ante una pantalla de más de 40
pulgadas puedo lanzar duras y corrosivas criticas ante el clasismo de Nicolás
Alvarado por quitarle a ‘Juanga’ su aura de ídolo, además de condenarlo a la
hoguera por no respetar la envestidura de la ‘Máxima casa de estudios’ mientras
yo sigo de mi “zona de confort” haciendo valer mi libertad de expresión… ¡amén!
En Twitter, Facebook, Tinder,
Instagram puedo ser un intelectual de polendas, un censor de las malas
costumbres, un distinguido dandi, un fenomenal fotógrafo, un incendiario
revolucionario, un intrépido viajero o un gran gourmet.
Zygmunt Bauman sentencia: En la
red social controlas a la gente con quien te relacionas. La gente se siente un
poco mejor porque la soledad es una gran amenaza en los tiempos de
individualización.
A esa premisa agreguemos lo que
dice el filósofo coreano Byung-Chul Han autor de En el enjambre (Herder, Barcelona 2014) “Las ‘redes’ se mueven
entre el ingenuo y compulsivo ‘me gusta’ y las ‘tormentas de mierda’ que
confirman ‘que vivimos en una sociedad sin respeto recíproco’”.
Hay quienes viven para el ‘like’ o
el ‘me gusta’, un amigo que en la red social se hace llamar Aníbal Cartago o en
ocasiones Orlando Laffont, asegura que hace la revolución desde su casa frente
a su computadora, acompañado por sus 40 gatos lanza duras consignas contra la
tauromaquia sin siquiera conocer la historia de este llamado arte, se molesta
porque un terreno baldío lo transformaron en un centro comercial atentando con
la flora y fauna que ahí existía, pero nunca en la existencia de ese ‘parque’
se dio a la tarea de organizar una poda, levantar basura, hoy día asiste
cómodamente a hacer sus compras y de vez en cuando recuerda que ahí estaba un
‘pulmón de la ciudad’. Y en esa construcción de su alter ego me comenta que
desea ser un ‘YouTuber’ para comercializar sus ideas anti-sistémicas.
A 12 años del surgimiento de
Facebook la red social tiene 1,600 millones de usuarios en todo el mundo, 61
millones están registrados en México (Mario Maldonado, El Financiero,
10/02/2016), con relación a Twitter México registra 35.3 millones de usuarios,
es el segundo en importancia en América Latina solo detrás de Brasil (El
Universal, 16/03/2016), ¿estás cifras reforzarán la hipótesis de Bauman?, en
donde dice que se ha perdido la capacidad de dialogar cara a cara.
Él explica “En las redes no
requieres de habilidades sociales. Éstas las desarrollas cuando estás en la
calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que
tienes que tener una interacción razonable”.
Cada vez más personas están como
mi amigo Aníbal Cartago/Orlando Laffont, quien asegura que expresar sus ideas,
criticar el sistema en las redes sociales provocarán el cambio para lograr un
mundo mejor; si me quedo con la idea de
Bauman sobre la trampa del ‘social media’, nos han hecho creer que son la
panacea y abonamos lo que señala Fermín Bouza que ante la erosión de valores se
busca nuevos, más funcionales para la crisis vigente.
Sin embargo difiero en que las
redes sociales son una trampa per se, son
solo un instrumento, una herramienta en esta era y es ahí donde el factor
humano tiene preponderancia si los valores se han erosionado, si la confianza
en las instituciones se ha debilitado y ante los nuevos códigos de comunicación
las redes sociales se convierten en la válvula de escape, en la búsqueda de una
nueva identidad, construimos el personaje que deseamos ser, aquí cabe citar a
Eduardo Galeano: Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que
somos.
Para culminar El extraño caso de las redes sociales contrastemos
estas ideas, primero Bauman: Ser crítico está aceptado, y hasta bien visto,
pero resulta inútil cuando la política no es el verdadero poder y el
Estado-nación ya no ofrece respuesta; ahora Umberto Eco: Las redes
sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban
solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran
silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio
Nobel. Es la invasión de los idiotas” (Umberto Eco: “Las redes sociales le dan
espacio a los idiotas”, El País, 17 de junio de 2015).
¿Entonces haber estallado en
críticas en redes sociales por el artículo “No me gusta ‘Juanga’ (lo que le
viene guango)” publicado en el Diario Milenio el pasado martes 30 de agosto por
Nicolás Alvarado, ahora ex director de TVUNAM, no sirvió de nada?
¿Y a pesar de las idioteces que
se pueden escribir en las redes sociales no es ésta una forma de expresar
libremente las ideas?
Definitivamente no quiero que
aparezca una policía del pensamiento, que nos diga lo bueno y lo malo, porque
aún estamos en la libertad de reflexionar y opinar lo que deseemos sin que
nadie nos vigile. A pesar que se multipliquen los revolucionarios de sofá es
mejor ver sus miles de ‘likes’ a que te censuren por expresar que a ‘Juanga’ todo le viene guango.
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