La herencia de la tercera raíz
Una vez que se ha cursado buena parte de la vida académica, ¿podemos ya ubicar, geográfica e historiográficamente ¿dónde se encuentra la población afrodescendiente? No lo creo. En mi caso, la mayor parte de mi vida académica y familiar se concentró en la Ciudad de México. Tal vez – sólo tal vez – , en alguna clase de primaria o secundaria, tendría que hacer un esfuerzo de memoria para recordar el instante preciso en que el docente mencionó en clase el «Sistema de castas» que se estableció durante el virreinato.
Lo recuerdo más con una canción del disco «Baile de máscaras» (1996) de la Maldita Vecindad y los hijos del Quinto Patio:
Saltapa’tras
Barzino con india calpamulato / Mestizo con blanca castizo / Mestiza con blanco castizo cuatralbo / China con lobo jíbaro / Indio con loba tente en el aire / Indio con negra zambo. > Blanco y albina saltapa’tras / Cambujo con india sambaigo / Sangre con sangre / Mujeres y hombres / Poder necesitas de hombres / Temor, divisiones / Colores y castas / Herencia de segregaciones…
¡Está bien, sí hay negros en México! Pero ¿dónde viven? ¿cómo llegaron? ¿a qué se dedicaron? Las primeras respuestas o información que obtuve fueron: viven en Veracruz, Guerrero, algunas partes de Oaxaca. Nada específico. Son músicos, pastores, pescadores. Información todavía ambigua.
En esa búsqueda, di con el curso «Africanos y afro-descendientes en Oaxaca siglos XVI-XXI». Entonces, el origen, su asentamiento, ocupación, su andar en la historia fue más claro: los afrodescendientes no solo tienen presencia en la región de la Costa oaxaqueña, también en las regiones de la Cañada e Istmo de Tehuantepec. Tal vez sean los sitios más evidentes, pero también lo hubo o hay en la Mixteca y los Valles Centrales. Revelador fue saber que la capital oaxaqueña tenía sus barrios donde vivieron exclusivamente los negros.
Esclavos en una primera etapa, trabajadores en los ingenios o minas, carpinteros, como es el caso del creador del retablo de Ayotla, el mulato-esclavo Victorino Antonio Sánchez. Fueron empleados como arrieros, sirvientes, «nanas» —en el caso de las mujeres—. Con esta revisión bibliográfica, se descubre que la presencia de los afromexicanos y su aportación al México actual es diversa, culturalmente rica. Sin embargo, negar su existencia aún persiste en algunos sectores político-sociales.
¡Correcto! Los pueblos afrodescendientes o negros ya son visibles. Siglos tuvieron que transcurrir para «aceptar» su presencia a lo largo de la historia de los afromexicanos en Oaxaca, en México, su aportación cultural y contribución a los distintos momentos sociales. Sin embargo, ahora había que sustentar esta visibilización. El pionero fue el antropólogo, Gonzalo Aguirre Beltrán, quien en los años 40 del siglo pasado cimentó las bases para futuras investigaciones acerca de la llamada «tercera raíz».
Las personas negras, desde su llegada a la Nueva España hasta la fecha, se han enfrentado a los diversos estereotipos que se les atribuyen: exotización y sexualización de las mujeres; a los hombres se les señaló como perezosos y violentos; a los niños se les dice que son poco inteligentes. La lista de «cualidades» va desde las pocas virtudes a los muchos defectos.
Entonces se presenta un proceso complejo: la auto-adscripción, ser negro, ser consciente de la negritud, negar la «negrura»; obedece a que México siempre se ha considerado indio, mestizo. Recordemos, como se menciona en el curso, que los indios tenían la condición de vasallos, estaban unos escalones arriba de los negros.
Desde ese momento, así lo percibo, inicia ese deseo de la movilidad social. Ser de una calidad diferente los hacía percibirse más claros, ya no eran mulatos, ahora son pardos. Es tal vez el cimiento de esa frase tan desafortunada que aún se escucha en pleno siglo XXI: «mejorar la raza».
¿Conciencia de clase, conciencia étnica? No de raza, porque tal vez el ser humano es una raza única. Al ser consciente de lo que somos, es cuando surge la organización.
Al menos en la costa de Oaxaca, un catalizador importante fue el trabajo del Padre Glynn. A partir de ahí, el reto es crear una agenda común para reconocerse en el pasado histórico y en la creación de políticas sociales para el bienestar de las comunidades afrodescendientes de México.
Un naufragio. Secuestrados de las naciones de África. Yanga y la primera rebelión.
Los negros y Morelos en la Costa Chica, pero hay mucho más. Los negros siempre estuvieron presentes, pero relegados, invisibles, esclavizados, maltratados hasta casi desaparecerlos. Hay que escarbar en los diferentes archivos para dar fe de la existencia de los afrodescendientes.
La historia está llena de muchos huecos. Unos son por desconocimiento de los sucesos o bien por omisión premeditada. Los datos que existen, documentos que no se plasmaron en los libros, mucho depende de la postura ideológica-política-social para construir la identidad de un pueblo, de una nación, como es el caso de la famosa «Raza Cósmica» propuesta por José Vasconcelos hasta el indigenismo post-revolucionario.
El largo camino transitado por los afrodescendientes ha sido tortuoso, difícil para quienes fueron extraídos de su entorno para establecerse en un mundo ajeno al que ellos conocían. Esclavizados, maltratados, despojados de su identidad, obtener una calidad, es decir, ascender en la escala social.
La participación de los afrodescendientes desde la época virreinal hasta nuestros días tiene y debe adquirir mayor protagonismo. Fue una obcecación el haber «desaparecido» esta raíz que ha construido el imaginario histórico de México.
Mi formación académica es desde el campo de las ciencias de la comunicación. Mi área de trabajo por espacio de diez años fue la fuente deportiva, incursioné en la fuente de cultura. Desde el 2015 a la fecha, mi desempeño profesional es el de asesor legislativo en la Cámara de Diputados Federal. Además, he incursionado en la industria editorial. Así que, ahora con este cúmulo de información, bibliografía y fuentes, adquiero más herramientas, poseo un contexto más amplio para abonar al trabajo profesional que realizo.
El acercamiento e interés sobre la negritud en México o a mi alrededor se presentó con el consumo de material o información que se obtiene de los diferentes medios de comunicación. Así como se hizo énfasis a lo largo de las sesiones que duró el curso, en los libros de texto de educación básica, incluso en los programas de estudio, se habla muy rara vez de la participación de los afrodescendientes en los movimientos sociales.
La autodescripción es un gran tema para abordar. El racismo y clasismo que se manifiestan velada o evidentemente son tal vez la primera razón para evitar en decirse negro, afromexicanos o afrodescendientes, términos o conceptos que se crearon desde la academia, mismos que no son del agrado de los pobladores, especialmente los de la Costa Chica de Oaxaca.
Las diez sesiones fueron bastante productivas, se generaron en cada una de ellas reflexiones sobre la historia de la población afrodescendiente con temas como el arte sacro, música, derechos humanos, la participación de las mujeres, el racismo, la creación de agendas para la creación de políticas públicas, sobre todo ahora que se presentó la iniciativa por el que se REFORMAN Y ADICIONAN DIVERSAS DISPOSICIONES DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, SOBRE DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y AFROMEXICANOS.
*Obra participante en el Primer concurso de mini estampa de la Mixteca en Huajuapan de León Oaxaca, el autor: Guzmán es originario de Bolivia.
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