“¡Tu abuelo era un nahual!”



Cae la noche y amanece en París 
En el día en que todo ocurrió 
Como un sueño de loco sin fin 
La fortuna se ha reído de t
(Lobo hombre en París/La Unión) 
2023, enero sin duda. 

--A tu abuelo, Don Roberto, no lo querían en el pueblo, decían que era un nahual. 

--¡Já! ¡Un nahual!, y ¿por qué decían eso? 

--Contaban que solo salía de noche. 

--¿Mi abuelo un nahual?, ¡caray! ahora tengo que reescribir mi historia. 

 * 

1985, seguro que sí. 

--Pedro, Pedro, ¡ya vámonos! 

--¡Ooh, váyanse ustedes!, agarren su nave espacial y regresen a su planeta… 

Ya casi amanecía, los vapores etílicos pululaban en aquel hogar marcado con el 322. La noche anterior hubo una fiesta colectiva en toda la calle, se celebró los 20 años de un planeta llamado Villa de las Flores, pero solo en Maravillas se organizó la pachanga; los vecinos se organizaron para armar el fiestón, mariachi, obviamente una misa, un grupo musical, cerraron la calle, todos sacaron sus mesas, invitaron a familiares, amigos, llegaron los gorrones, y uno que otro amargado solo cerró sus puertas y tuvo que aguantar la algarabía. Niños con altas dosis de azúcar corrían, como poseídos, adolescentes tratando de apaciguar los ardores propios de la edad, parejas que dieron rienda suelta a la pasión, música, mucha música y por supuesto baile, sin olvidarse, ¡claro! del trago. 


1976 o 1977, tal vez, no lo sé de cierto, solo lo supongo. 

Tus pasos seguiré/ Sobre tus huellas/Caminaré/Y como un perro fiel/Ama a su dueño/ Yo te amaré. Fresa salvaje, una composición de Camilo Blanes en la interpretación de Camilo Sesto. Y esa canción la repitió hasta el cansancio. Era el final de los años 70 cuando ese astronauta, Pedro, tuvo que abandonar su planeta porque un amorío, con quien ahora es su esposa, porque sus generales, o sea sus padres, no aprobaban la relación, algo así como Romeo y Julieta, pero más de arrabal; yo creo que era más como la Dama de las Camelias, sea uno u otro, fue de esas historias de amor tormentosas, que en este caso llegaron a un buen final, Pero era otro planeta uno que se denominaba La Retoño, allá entre los límites de Iztapalapa, la Benito Juárez y Coyoacán. Décadas después tendría una peculiar plática refiriendo otras galaxias y otras dimensiones. 


1993, lo aseguro. 

En la clase de Historia de México en el CCH Azcapotzalco tras leer a Miguel León Portilla, seguíamos los pasos históricos los aztecas tras dejar Aztlán antes de fundar Tenochtitlán, en una de esas sesiones el profesor nos relató que antes de encontrar la señal de la profecía, el águila parada sobre el nopal devorando una serpiente, los escribas o tlacuilos tuvieron un incidente al quemarse todos sus códices en donde narraban toda su travesía, según lo que recuerdo es que ese “accidente” lo situamos antes de entrar a Teotihuacán, que para ese entonces ya estaba deshabitada, así que teorías e hipótesis, que al ver tal magnitud de construcciones y los aztecas que en realidad eran de origen plebeyo decidieron quemar todo rastro de ello, claro tras asentarse en medio del lago, sí de un lago, quisieron recuperar esa historia, así que el Tlatoani en cuestión, mando a un grupo de mexicas, ya mexicas no aztecas, a que acudieran al sitio del siniestro, para que se convirtieran en NAHUALES, sí en nahuales, para que viajarán por el inframundo y recuperar su historia de grandeza. 


1985, seguro que sí. 

Era sábado, pero había que cruzar toda la ciudad para llegar al ‘planeta’ en cuestión, así que a regañadientes, Pedro tuvo que ataviarse con su ‘traje de astronauta’ abordar su nave espacial para llegar un paraje, que le conocían como la Colonia del Mar, allá por los rumbos de la galaxia de Tláhuac. 
 

1984, si la memoria no falla. 

Hojeaba un libro que nos había obsequiado uno de mis tíos, Omobono por nombre constaba en su acta, pero para la familia, amigos y conocidos fue Donato, el texto en cuestión describía la cultura, mitología, orografía de Oaxaca, en sus páginas narraba una costumbre de los pueblos originarios que cuando los niños nacían se regaba un poco de cal alrededor de la casa, que al otro día dependiendo de las huellas del animal que encontraba ese iba a ser tu tona, que se describe como el animal, generalmente silvestre, que comparte el destino y el alma con una persona. 


2023, mayo, hace algunos días.   

La última vez que nos vimos fue hace una década, así que tuvimos una larga y maravillosa charla, platicamos de todo, de todo, y en uno de esos pasajes, ella, me relató que la noche anterior una abeja anduvo rondando su sueño. 

--Era tu nahual, le dije de inmediato. 

--Si verdad, respondió divertida. 

--O a lo mejor es tu tona. 

--Es muy probable, dijo, al momento que una abeja se aparecía en la mesa en las que estábamos, sí mira ahí está mi nahual. Las risas no se hicieron esperar. 


1976 o 1977, tal vez, no lo sé de cierto, solo lo supongo. 

Tras unas semanas y con visitas furtivas de quien sería su esposa, sin dejar de escuchare Fresa salvaje, ah ah ah/Con cuerpo de mujer, ah ah ah ah/Hay vida en tu vida, ah ah ah ah/Pero hay algo que no vez, ah ah ah/Ye eh eh eh fresa salvaje/Fresa salvaje, ah ah ah ah/Agua de manantial, ah ah ah ah/Río sin cause ah ah ah ah/Dime donde vas ah ah ah ah. Los padres de Pedro pues aceptaron la relación-noviazgo-matrimonio, vayan a saber si vivieron felices para siempre, pero es un recuerdo que es necesario recordar. 


2023, enero sin duda. 

Mi tío Pedro y mi tía Guille, si los protagonistas de la canción Fresa salvaje, acudieron al festejo de los 99 años de mi abuela materna, Teófila; nos saludamos efusivamente, no perdí la oportunidad de recordarles esos memoriosos sucesos, y ya en esas estábamos cuando por alguna razón, motivo o circunstancia sentenció. 
 
--Decían que tu abuelo era un nahual. 


1920, tal vez. 

Roberto Crespo González, nació en Santa Rosa de Lima, Villa de Tututepec, aunque algunos me han dicho que es originario de Sola de Vega, aunque le creo más a mi abuela paterna Domitila con quien procreó con él a Josefina (hoy Priscilla porque ya vive en los EEUU) y Lorenzo mi padre. 

 * 

1999 si no mal recuerdo. 

Un día le pregunté ¿Abue de dónde era originario mi Abuelo?, ella me confirmó que era costeño, y le creo porque ese cabello ensortijado se heredó hasta hasta con sus tataranietos. Viajero, vagabundo, errante, pues por alguna razón conoció a mi Abue y no es necesario contar, o tal vez si en otra ocasión cómo es que terminó en la mixteca, pero pues viajero, vagabundo, errante ya no vio nacer a su segundo vástago, mi padre, y se regresó a su tierra la Costa Chica, obviamente le pregunté a Doña Domitila ¿y porqué dejó que se fuera? Creo que lo que me dijo fue: No iba amarrarlo. Don Roberto regresó a Santa Rosa o en donde haya nacido. Ahí donde enterraron su ombligo, donde estaba su tona o donde definitivamente se convirtió en nahual eternamente. 

 * 

2023, enero sin duda. 

--Oiga tío y porqué decían eso de que mi abuelo era nahual. 
 
--Ya sabes cómo es la gente, además decían que solo salía en las noches, además que a los paisanos no les gustaba que un ‘extranjero’ anduviera con una de las mujeres del pueblo. 

--¡Já,já,já, chale! Pero y ¿eso qué? 

--Así son de celosos aquí. 

 * 

¿2024…2040?, en futuro no muy lejano, eso espero. 

De los recuerdos que tengo de mi padre, los que más me hacen eco, fueron las ocasiones en las que yo iba de chaperón, según para que no se emborrachara y no hiciera lo que terminó haciendo: Ir por cigarros. Generalmente eran aventuras nocturnas; qué podía hacer un niño de 4, 5, 6, 11 años con alguien que heredó lo viajero, vagabundo, errante. Pero ahora que me entero o reflexionó que mi abuelo era nahual, puedo añadir a esa mitología que siempre presencié o percibí ese espíritu que nos o me cuidaba, me sentía seguro a pesar de la embriaguez de Don Lorenzo. 
 

2023, enero sin duda. 

¡Mi abuelo nahual!, ahora entiendo todo, mi mitología se tiene que metamorfosear. Su nombre es Dennis/La luna llena sobre París/Ha transformado en hombre a Dennis… ¡auuuuuh!



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