¡De todos modos Juan te llamas!


Todas las mañanas
Que entra por mi ventana el Señor Sol
Doy gracias a Dios
Por otro día más 
(Buenos días  señor  sol / Juan Gabriel)


Se levantó antes de despuntar el alba, a veces solo lo guiaba la luz de la luna, en otras solo era el tintineo de las estrellas y las más de las veces por el instinto. Salía de su choza, en silencio, agarraba un ayate, en donde estaba las viandas que le había preparado su mujer, la noche anterior, el 'bule' lo atiborraba con agua, recogía su sombrero e inició ese andar que había repetido el último año casi todos los días, pero hoy, hoy algo lo movía, una extraña motivación, esta vez no se despertó con atosigado, enojado, o con ganas de no hacer ese largo trayecto, apenas había caminado unos cuantos metros cuando lo alcanzó su tocayo.

--¡Buenos días tocayo!

--¡Buenos días! Hoy parece que va llover

--¡Ojalá, ojalá! 

 

Algunos perros ladraron a los caminantes, pronto los reconocieron, olisquearon ese aroma ya conocido, movieron el rabo en señal de aprobación o simpatía. Los humanos son seres extraños, habrán pensado los canes, ladraron una vez más, es la convención, y volvieron a dormir, ya no eran extraños, eran unos viajeros que tenían una misión ¿cuál? Solo ellos lo sabían.

 

Era largo trayecto, largo, solo los sábados o domingos con esa congregación de padres franciscanos que leían y enseñaban lo que estaba escrito en ese libro que ellos le llamaban las “santas escrituras”, lo escuchaban embelesados a esos señores ataviados en esas extrañas ropas.

 

--¡Tocayo! 

--¿Qué pasó tocayo?

--¿Cree en todo lo que dice ese libro que nos leen?

--¡No lo sé!, pero se escucha bonito.

--¡Y si no dice, lo que dice!

--¿No cree que hay que aprender a leer?

--¡Pues sí!

 

Siguieron su andar. 


Su andar tiene ritmo, así caminan, así les enseñaron, con los sentidos alertas, arriba, abajo, a un costado al otro, aguzaban la vista en esta densa oscuridad que se iba diluyendo conforme el sol empezaba a asomarse por el oriente, nacía un nuevo día. 

 

Poco a poco las aves empezaron a despertar, los animales nocturnos buscaban sus madrigueras, mientras que la fauna diurna se sacudía la modorra, tenían que empezar el día.

 

Todavía el sol no despuntaba cuando los andarines arribaron a ese poblado que se había establecido en las faldas de esa montaña, era el inicio de la sierra, que era necesario cruzar para arribar a su destino. 

 

--¡Tocayo!

--¡Si tocayo!

--¿Es necesario que lo acompañe hoy?

--¿Qué ya se cansó?

--No, pero no tengo ganas de ir. 

 --¿Y se va regresar?

--¡No! me voy a quedar aquí, mire ese pequeño vallecito. Señaló un paraje en donde se podía observar exuberantes colores, el verde follaje de la vegetación, el colorido de las flores y el rítmico correr de las cristalinas aguas de algunos arroyos. 

--¡Está bien! tocayo, solo abra los ojos que aquí hay muchas culebras, dicen los que saben que este lugar es su casa

--No se preocupe tocayo le presto mi ayate, ahí le encargo que me traiga un poco de pan.

--¡Tocayo! 

--¡Dígame tocayo! 

--¿Sabe? La Juana, ya está esperando! Apenas ayer me dijo

--¡Felicidades tocayo!

--¡Gracias tocayo!, aprovechado quiero pedirle que sea usted sea padrino, que sea usted mi compadre.

--¡¿En serio tocayo?! 

--¡Claro! 

--¿Y cómo se va llamar mi ahijado?

--¿Pues cómo que cómo? Pues como su padre si es niño o como su madre si es niña. sonrió.  

--¿Entonces como su padrino? También sonrío.

--¡Claro que sí compadre! Yo seré su padrino, ahora además de tocayos, seremos compadres.

--¡Ya somos compadres!, rió con ganas Juan Gabriel. En lo que le estrechaba la mano a Juan Diego, sellaban de esa manera el compadrazgo.  

 

Guardaron silencio por unos breves instantes, contemplaban ese florido valle, respiraron hondamente, hoy tenía que ser un buen día. 


Hoy era un gran día.

 

Juan Diego se despidió de su tocayo, ahora compadre Juan Gabriel, quien se notaba contento porque ya tenía padrino para su hijo o hija, emprendió el camino hacia esa planicie en donde un mar de coloridas flores lo atraían, se sentía en casa, tal vez ahora que naciera su chamaco, le diría a su mujer y a quien quisiera acompañarlo de establecerse en ese paraje de tan exuberante follaje. 

 

Juan Gabriel volteó y vio a lo lejos el presuroso paso de su compadre Juan Diego, quien hoy se notaba contento, no como otras veces en las que renegaba de ese andar, de ese trayecto que tenía que recorrer, hoy se veía en calma, prudente, tenía una misión, la tenía que cumplir, recordó que hace unas semanas mientras descansaban viendo el valle de Anáhuac desde el cerro de Tepeyac, vio a Juan Diego platicando con algo, con alguien, ¿Quién?, por más que Juan Gabriel buscó no vio nada, su tocayo, hoy su compadre, sonreía, solo sonreía, mientras el canto de una coa se alejaba. 

 

Tras tomar el catecismo; ese día le platicó lo acontecido a Fray Juan de Zumárraga. 


El Padre un poco escandalizado, dudoso y envidioso, lo reprendió, le pidió pruebas, por eso este 12 de diciembre a eso iba Juan Diego a llevarle pruebas al Fray Juan. 

 

Juan Gabriel lo vio alejarse, ahora tenía que regresar a casa a ver a Juana, le tenía que platicar que Juan Diego había aceptado ser padrino del niño o niña, tenía que contarle que había encontrado un sitio allá casi a faldas del Picacho, del cerro montaña,  en donde existía un paraje florido, muy agradable, ahí se establecerían, le iba a contar que le propondría a su ahora compadre, y quienes deseen ir a habitar ese lugar, no será una aldea, será una villa en donde hay muchas flores.

 

Antes de dirigirse cortó algunas margaritas, maravillas, malvas, narcisos, se los llevaba a su mujer, estaba feliz porque iban a ser padre y porque Juan Diego aceptó ser el padrino de Juan o de Juana, que sea lo que los dioses manden y ordenen. 

 

Y en lo que Juan Gabriel retomaba el camino de vuelta a casa se dijo a sí mismo en voz alta   para que esas palabras llegaran a quien sea en ese instante: ¡Buenos días a la vida, buenos días señor sol!   

 


PD: Todo parecido con la realidad o la fantasía es mera coincidencia 

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Datos históricos 

Villa de las Flores pertenece al municipio de Coacalco (Casa de la serpiente), Estado de México, se localiza a las faldas del cerro o montaña (3050 metros sobre el nivel del mar) que es el inicio de la Sierra de Guadalupe que culmina en el Cerro del Tepeyac sitio en donde se le apareció la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego un 12 de diciembre de 1531. 


Según la historia que se narra Juan Diego, quien era originario de Cuauhtitlán (Lugar entre árboles) recorría la sierra, alrededor de 100km cada semana para tomar misa o catecismo en Tlatelolco, en lo que era la Nueva España

   

Breve glosario

Ayate: Es un tipo de tejido basto, parecido a la arpillera, empleado en Mesoamérica para la fabricación de morrales para la cosecha. Este puede estar hecho de fibras de maguey, palma, henequén o algodón.

Coa: Trogón mexicano especie de ave trogonoforme de la familia de los trogónidos  

Picacho: Punta aguda, a modo de pico, que tienen algunos montes y riscos.  

Tocayo: Respecto de una persona, otra que tiene su mismo nombre.









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