Las palabras clave
¡Umta madre! ¿Quién chingados se le ocurre fundar una colonia en la cima del cerro?, decía en voz alta, reclamándole al aire que le faltaba y ¡por qué se llama Virgencitas si eso no existe!
Gruesas y abundantes gotas de sudor le recorrían el rostro. Hacía pausas para tomar aire. Le costaba retomar el ritmo, pero ahí iba sin perder su objetivo. Aunque le dijeron que memorizara las palabras clave, veía de vez en vez el papelito en donde las anotó ese trio de palabras.
“Mariposa de seda”. Entonces lo invadía esos ataques de ansiedad, que eran más frecuentes, a sus casi 40 años, la boca se le secaba, sacudía las manos, se rascaba la cabeza, veía con desconfianza a todo mundo. ¿Mariposas de seda? ¿Qué caramba significa eso?
Siguió su paso, el sol no menguaba, en el cielo azul no se asomaba ni una tímida nube para eclipsar, aunque sea brevemente, al astro rey.
¡Pinche calor!, volvió a decir en voz alta.
Aunque la pendiente no era tan prolongada no había ni un árbol para refugiarse, Benito, “El Beni para los cuates, había perdido peso, más a fuerza que de ganas, se le declaró a Citlali, pero ella le dijo que lo pensaría si bajaba al menos 10 kilos, estaba por quemar 9, pero con esta caminata Beni estaba seguro que se quitaba de encima otros dos, así que apresuró el paso cuando vio el mercado Emiliano Zapata.
Al ver el mercado agarró el papel y se lo comió, no quería dejar pista alguna. Entró por la el costado derecho. Era un mercadito breve. Para una colonia breve, estaba en la parte más alta del cerro, se podía ver el resto de la ciudad sin ningún problema, había poca gente, los momentos de bullicio son en horas tempranas, ahorita todo está en calma, tal vez más tarde, a la hora del cierre el movimiento cambie.
Lo primero que vio fue una señora que vendía raspados, que era visitado por varias abejas que buscan el azúcar para para generar su miel, la Doña parsimoniosamente las hace un lado.
Tiene que refrescarse el gañote, apaciguar la temperatura. Así que se acerca presurosamente
--Me da un raspado de tamarindo
--¡Claro que si! ¿Puro hielo o le pongo agua?
--Puro hielo…
Desde que escucha el raspar del hielo, Beni ya siente la frescura, el calor poco a poco disminuye, al recibir el vaso, le da el primer jalón al popote y la garganta se aclara, las ideas también, la calma llega. Con el segundo sorbo alza la vista y ve las palabras que traía en el papel, que le dijeron que se las aprendiera de memoria.
Mariposas de seda, un anuncio de luces neón muy sesentero estaba en lo alto de un local. Ahí puedo ver quien parece ser la dueña, o al menos la administradora. Sentada en el umbral, leía un libraco ficciones de… de vez en vez levantaba la mirada para observar lo que ocurría alrededor una mirada cándida, picará, pero al final severa, observaba a quienes por ahí pasaban, que a esa hora eran pocos.
Benito tomó aire, dio un nuevo sorbo a su raspado, no vaya ser que ese gallo traicionero apareciera en estos momentos. Se aclaró la garganta.
--Bu…, buenas tardes, dijo.
Ella alzó la mirada para ver quien carajos le interrumpía la lectura, o tal vez lo agradecía porque lo que leía no era interesante, en ese momento.
--Sí, buenas tardes.
--Doña Amalia.
--Sí la que viste u calza, pero dime solo Amalia, eres Benito verdad, se apresuró a la respuesta.
--¡Eeh, sí! Es aquí Mariposas de seda verdad.
--Pues eso es lo que dice ahí. Mientras meneaba la cabeza y sonreía. ¿en qué te puedo ayudar?
--¡Aaah! es que me mandó Don Omar a recoger un paquete.
--Así, sin más, solo a recoger un paquete. Ya lo dijo en un tono ya más seco.
--¡No, no! aquí me mando uno para usted, digo para ti, alcanzó corregir. En lo que sacaba un sobre amarillo cerrado.
Amalia lo sopesó, con el solo pulsar el contenido, confirmó que todo estaba ahí.
--¡Pinche Omar!, que se ponga las pilas. Le dijo al Beni. Espera un momento. Fue tras el mostrador y sacó una caja envuelta el papel de estraza y se lo entregó.
--¿Es todo?
--¡Si es todo!
Benito pulsó el paquete, no parecía pesar, pero tenía que entregarlo a más tardar a las 4 de la tarde, era la una, apenas le iba a dar tiempo, el regreso parecía más fácil.
--¡Umta madre! ¿Quién carajo le puso Virgencitas a una colonia? Volvió a decir Beni en lo que iniciaba el camino de regreso.
Amalia volvió a retomar la lectura, no había leído ni dos párrafos cuando frente a ella estaba una chica preguntando si ahí era Mariposas de seda.
--Pues eso es lo que dice ahí. Mientras meneaba la cabeza y sonreía. ¿en qué te puedo ayudar?
--Me llamo Isabel y le envia…
Es lo que alcanzó a escuchar Benito en lo que apresuraba el paso, tenía que llegar pronto con Don Omar y ese en regreso seguramente iba a quemar otro kilo más, Citlali ya no se le iba a negar a sus encantos.
Eran las tres y media de la tarde cuando llegó con Don Omar. Abrió la puerta y casi corriendo llegó al vestidor.
.
--¡Qué te dijo Amalia?
--Que se ponga las pilas, en lo que abría el paquete. Era huipil de lino con cadenilla hecha a mano y rabona floreada, creo que le va quedar bien jefe.
--¡Jefa! a partir de este momento soy tu jefa. Llámame: Amerika
--¡Ok jefa!
--Por cierto, Carlos, perdón Citlali, te mandó este recado.
Benito lo tomó presurosamente, lo desdobló con ansías.
Se podía leer:
Palabras clave: Mariposas de seda
¡Sí, si acepto ser tu novia
También quiero un paquete…
¡Umta madre!, otra vez a caminar ¿quién le pone Virgencitas a una colonia en lo alto de un cerro? Pero esta vez Beni, pensaba en Citlali, sonreía; el calor, poco importaba. y sin pena cantaba: Solo una duda quiero despejar 7 En cuál de tus piernas tienes ese lunar...
Muy bien con las mariposas
ResponderEliminar