Cuarta y una por avanzar

 
La ‘cebra’* marca el inicio de la serie ofensiva 

“Yo le fui a los Rams, no a esa basura de Las Vegas”.

¡Ufff y archirrecontrauuff!, eso fue lo que pensé, cuando ya tenía un ‘sesudo’ argumento para defender a mis Raiders antes de Oakland, después de Los Ángeles, de nuevo de Oakland y hoy de Las Vegas, pero, decidí no poner nada en un ‘chat’ en donde compartimos, unos de tantos aficionados, los pronósticos de los juegos la temporada actual de la NFL (2024) —¡vaya, cómo han cambiado las cosas!—, ahora las quinielas que se hacían en el trabajo, en la escuela, actualmente son ‘chat’ en este caso por WhatsApp, y sí, con ese ardor de fan de hueso colorado quise defender a los otrora “Malosos”, pero la verdad desde hace ya más de una década mi equipo ha pasado de ser mediocres a una verdadera vergüenza, pero: Una vez Raider, siempre Raider”. 

Primera y diez, yarda 25.

Empecé a saber o conocer del futbol americano, como se le conoce acá en nuestro país, cuando tenía escasos seis o siete años, primero porque un compañero de la escuela primaria a la que asistía según el jugaba ese “rudo y extraño deporte”, luego en ese mítico programa que denominaba Acción pasaban las jugadas de cada semana en la voz, si no mal recuerdo de Fernando Von Rossum, hoy miembro del Salón de la Fama de la Fama, en Canton Ohio, y si la memoria no me falla —que en efecto ya empieza a fallar— ahí escuché el nombre de un tal O.J. Simpson y de un equipo que hasta la fecha no es de mi agrado los autodenominados “American Team”, los Dallas Cowboys. 

Nombres en inglés, extraños términos y un balón que parece una sandía, un juego muy extraño, un poco más complicado que el sencillo y popular “futbol soccer”, pero no tanto como lo es el beisbol, el llamado “rey de los deportes”, ¡ajá sí!,  tal vez, solo tal vez un poco más emparentado con el basquetbol, en fin nada del otro mundo, esos tiempos si te aprendiste las tablas de multiplicar que tan complicado es entender las reglas de cada deporte, eres una esponja que absorbe todo.
 
Y como todo escuincle de esa época, pues todo lo que veía en televisión, con relación a los deportes, siempre buscaba reproducirlo en la vida real, así que no faltó en casa esos balones de hule, que botaban desaforadamente si no contabas con la técnica para atraparlos, en los vendían en los tianguis, y eran propensos a poncharse casi de inmediato, pero bueno era parte del aprendizaje de aquella lejana niñez.

Pase pantalla, el “quarter back” aguanta la carga, se la da al full back, avance de cuatro yardas.


Segunda y seis por avanzar.

La infancia pasó, como tiene que pasar, con raspones en las rodillas por tanto jugar, castigos, estudios, viajes y vacaciones y ser “educado” por una televisión que hace extrañar esos tiempos, buenas series, barras de caricaturas maravillosas, y toda una gama de oferta deportiva, tenis, futbol, boxeo, carrera de caballos, beisbol —cómo olvidar la ‘fernandomanía’—, Mundial de Futbol y Juegos Olímpicos por televisión abierta, lucha libre, lucha en patines y obviamente futbol americano. 

Entonces los héroes deportivos van desde luchadores y no precisamente El Santo y Blue Demon que eran los más visibles por sus películas, sino por aquél que vi en la Arena Apatlaco, el As Charro, además de tantos otros que forman parte de mi olimpo deportivo, obviamente Fernando Valenzuela, en 1981, todos querían ser como el Toro de Etchoaquila, Hugo Sánchez, Evanivaldo “Cabo” Cabinho, Salvador “Sal” Sánchez, Ernesto Cantó, Raúl González, y me acuerdo mucho de un personaje de la lucha de patines que le apodaban “La Roca”, que bajo las narraciones de Alfonso Morales y hoy me entero que del jurista Eduardo Andrade, si en efecto hermano de Sergio Andrade, y protagonista de una lamentable escena en donde irrumpe en un foro de Televisa para reclamarle, bajo los influjos del alcohol, a un ya lamentable Joaquín López Dóriga que se retracte de una nota sin fundamento, —tal vez ya era el principio del ‘acabose’ del llamado “Ticher”— la lista es kilométrica, en ese entonces el futbol americano se diluyó, el futbol acaparó mi atención televisiva, y la vida real el basquetbol ya se había inoculado al formar parte de la selección escolar de la primaria.
 
En ese andar, errantes un año estuve “exiliado” con mi abuela en una población de la mixteca baja oaxaqueña, como los intelectuales de Mao Zedong, los sacó de sus comodidades para mandarlos a trabajar al campo, que dejarán de teorizar y vieran la realidad, claro ya después esa Revolución Cultural degeneró en otras cosas, en fin, así que en ese año el deporte, o las actividades deportivas se centraron en el basquetbol, porque dicen que en Oaxaca, en cada población nunca falta una iglesia y una cancha de basquetbol, es cierto lo confirmo, el futbol era el deporte que más se publicitaba en la TV, al paso de los años esa misma TV lo ha convertido, así lo creo, en el deporte más prostituido de la actualidad. 

Hueco en la línea ofensiva el “ala cerrada” no pudo contener la carga del “line backer” central, el “running back” no pudo absorber “el disparo” del “Strong safety” en “mariscal de campo” es detenido ocho yardas atrás.


Tercera y largo, 13 por avanzar.

Tuve la fortuna de pasar el final de la infancia, el inicio de la adolescencia y toda la juventud, llegando a la adultez temprana en Villa de las Flores Coacalco, en el Eeeeeeeestado de México, para los conocedores, en Beberly Flowers 57710. Ahí conocí a muy buenos amigos, con quienes aun convivo aunque sea a la distancia ahora si “bendito guasap”, en donde nunca faltan los memes, y stikers de las tías que mandan cadenas, en fin. 

Para ese entonces, 1983, se avecinaban los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, sin saberlo, porque tenía que ponerme al día, los Raiders en ese entonces de Los Ángeles obtuvieron su tercer y último campeonato, con un excelso Marcus Allen, con los destellos de un Jim Plunkett, uno de los mejores mariscales de los “negro y plata”, una defensiva encabezada por Howi Long y un par de esquineros de mucho miedo Lester Hayes —el hombre de goma— y Mike Haynes, un ala cerrada que era fenomenal Todd Christensen, unos años después llegó Bo Jackson que de no haberse lesionado, él sería sin duda el mejor corredor de la historia de la NFL,  pero el hubiera no existe; y bueno del juego poco o nada recordaba, había pasado cuatro años lejos de la ciudad aprendiendo otras cosas, pero la TV ayudó a recordar aquellos ecos de las transmisiones de futbol americano de principio de los años 80, así probablemente por ser los recientes campeones, los Raiders eran foco de atención, además el equipo en ese tiempo eran a quien todos querían derrotar, sí ya estaba Joe Montana en el universo de la NFL, llegó la maravillosa generación del 82, John Elway, Dan Marino, Jim Kelly, quien primero se fue al USFL y después se afincó en Buffalo, Ken O’Brian, el pies de plomo, Tony Eason, pero a mí ese odio que le tenían a los os Raiders por ser sucios, rudos, a veces jugando al límite, siempre rompiendo las reglas fue lo que me llamó la atención y sí: Once a Raider, Always Raider

Una vez re-aprendido las reglas del juego, con la palomilla de la calle, era habitual jugar el “tochito”, era apasionante, vernos como realizábamos el mayor de nuestro esfuerzos para demostrar las habilidades para ganar, y ya ni se diga esas “discusiones” de qué equipo era el mejor, ahí estaban los aferrados a los Vaqueros, los Acereros, uno perdido aficionado a los Vikingos, —Siempre bueno, nunca los mejores—, otro que decía o dijo que le iba a Philadelphia por los colores, saludos Pipo hasta donde estés, otros porque Marino era un “QB” colosal, así pues el Super Bowl de 1984 aún pasó desapercibido para mí, aunque después supe que ahí empezaba el legado de el mejor “Mariscal de campo” que haya visto, sí mucho mejor que Tom Brady, el gran Joe Montana. 

No recuerdo en que momento llegó a mis manos el primer ejemplar de la revista AutoMundo Deportivo, que si esencia era darle cobertura a las carreras de autos, sobre todo de la desaparecida Fórmula K en México, obviamente el seguimiento a la Fórmula Uno, en los años gloriosos de Nelson Piquet, Alain Proust, Nigel Mansell, las últimas actuaciones de Nikki Lauda, y los comienzos del fenómeno que fue Ayrton Senna, ahí estaba la sección que le daba una revisión al futbol americano, recuerdo una serie sobre la historia de los Súper Bowls en donde se destacaba los Jugadores más valiosos de cada campeonato, al final dejaban una ilustración en toda la página tipo con una reproducción tipo acuarela de los llamados MVP’s, a la par en el canal 4 de televisa semanalmente en un programa que se llamó Súper Lunes pasaron toda la historia del Súper Bowl, desde el primero hasta el último de ese año 1985 cuando Joe Montana barrió a los Delfines con todo y Dan Marino.
 
Para ese entonces Los Raiders eran todavía un equipazo, eran los dueños del Monday Night Football, tenían marca ganadora con todos los equipos de la NFL, aún no existían los Jaguares, Panteras, Cuervos, Titanes, está liga también es un negocio, pero mucho mejor gestionado que nuestro pobre y lamentable futbol mexicano. 

Pero venía la decadencia de “los Malosos” para convertirse en un equipo terriblemente malo, tras el retiro de Plunkett, no se ha logrado tener un buen “mariscal de campo”, y eso que pasaron varios muy buenos, cumplidores, incluso llegaron a un Súper Bowl con Rich Gannon, que no pudo ante la encrucijada que le puso Jon Gruden y así lograr venganza contra Al Davis tras ser despedido, en ese duelo de piratas Tampa Bay derrotó a los Raiders en forma contundente 48 - 21, era el año 2003, las tres caguamas que me bebí poco efecto hicieron para mitigar la frustración, algo parecido había sucedido algunos años atrás cuando el Cruz Azul derrotó a los Pumas, con un gol agónico de Lupillo Castañeda, ese tarde perdí mis lentes estando en mi habitación, el sentimiento era parecido, pero esta vez no perdí las gafas, sino el conocimiento por el efecto de la cebada.

Formación escopeta, gemelos de lado derecho… “Azul 32, azul 32, ¡set up!”, presionan al mariscal, sale de la bolsa de protección, los receptores cubiertos, el “ala cerrada”, en trayectoria cruzada, pasé logra la recepción en la yarda 30 tacleado en la 34. Al menos ya salieron del aprieto. 


Cuarta y una ¿Despeje o se la juegan?

El futbol americano es un deporte netamente estadounidense, obviamente tomó sus fundamentos o esencia del rugby inglés, solamente que lo sofisticaron, crearon reglas y reglas, que para quienes no son aficionados se les hace engorroso, incluso les puede parecer aburrido, sin embargo una vez que conocer el deporte y todo su significado, es verdaderamente apasionante. 

Un conocido, amigo, compa, compinche, que se dice músico avezado y rockero de hueso colorado, criticaba el hecho que le diéramos seguimiento a este deporte argumentando: “no es deporte nacional, acaso eres de ojo “biche” (verde), es decir para él si no eres de tez blanca y ojo claro no debería ser aficionado al futbol americano, otro buen camarada le dijo entonces cuál es el deporte nacional, a los que muy orondo respondió: el futbol. ¡Wey, el futbol es de origen inglés!, ante tal réplica, ya solo guardó silencio. 

En mi etapa de reportero de la sección deportiva hice un reportaje sobre este deporte en Oaxaca, que al parecer, según el estereotipo que nos creamos, no conoce nada, sin embargo hay una muy buena afición, desde los que se han dejado guiar por el marketing y son “fanseses” de los Vaqueros, de San Francisco, Patriotas, los Chargers entonces de San Diego; hasta quienes le van Green Bay, aficionados de la vieja guardia que le guardan lealtad a los Acereros, Raiders, Delfines. 
 
Ya en la faceta de editor, la sección deportiva tenía su página dedicada a los resultados de cada semana, la cobertura del Súper Bowl, páginas de infografías dedicadas a este deporte que al final se ha convertido en un fenómeno mediático mundial. 

Tuve un vecino en mi calle quien le decían el Moustro, era jugadores de los Raiders de Arboledas, allá en el EdoMex, era corredor y sí tenía cuerpo de full back, —y su hermanita, su hermanita, esa ya es otro rollo—, el caso es que ver a este compa portando el uniforme de los Raiders, me despertaba más esa afición por el, equipo, en Beberly Flowers había un equipo que se llamaba los Aztecas que usaba los colores de los Vikingos de Minnesota, hubo un tiempo en que intenté entrar al equipo, pero obviamente la equipación es cara, además que el físico no daba más que para ser pateador, y yo queriendo ser Line backer central; pero los partidos de tochito ya sea en la histórica calle Maravillas o enfrentando a otras era toda una odisea, a veces derrotados, otras tantas triunfadores, pero ahí estaba esa afición a un deporte, que antes de la futbomediatización, los duelos entre el IPN y la UNAM en el Estadio de la Ciudad de los Deportes, ahí en la Colonia Noche Buena, eran épicos. 

El futbol americano llegó a México través del Padre Lambert y está retratada en una película que se llamó “Juventud sin Dios” (1962) protagonizada por Joaquín Cordero que le da vida al Padre que inculca en este país el deporte era el año de 1944, y sí de películas se trata que me hicieron acercarme y ser fan de este deporte fue aquella fue la historia de Rocky Bleier, corredor de los Acereros de Pittsburgh, quien con Franco Harris, —la inmaculada recepción fue un invento para eliminar a los Raiders— corrieron para más de mil yardas en una temporada algo que solo habían hecho Larry Csonka y Mercurio Morris con los Delfines de Miami, Fightin Back: The Story of Rocky Bleier (1980), herido en Vietnam, el pronóstico era que no iba a poder caminar bien menos jugar, pues regresó y ganó cuatro campeonatos con ese histórico equipo de Pittsburgh, y así como esas hay muchas: Golpe bajo (The Longest yard) las dos versiones, 1974 y 2005, Rudy (1993), Remember The Titans (Duelo de Titanes, 2000), The Blinde Side (Sueño posible, 2009), Invencible(2006), Little Giants (Los pequeños Gigantes, 1994), con todo y la “Hielera” y esa mítica jugada denominada la “Anexión de Puerto Rico” y la lista es larga. 

¡En fin! Tras leer esa frase en donde se refieren a los Raiders como basura. Pues aquí estamos siempre ‘apostando’ por los Raiders, es siempre el Commitment to Excellence, aunque pierdan, ya reverdecerán laureles y entonces ahora sí agárrense.

Es una yarda, no tenemos nada que perder y sí mucho que ganar, formación I, aquí no hay que guardarse nada. “Azul 31, Azul 31, ¡set up!… chocan los cascos, silbatazos, los jugadores indican que se logró el primero y diez, las “cebras” l llaman a las cadenas, y es…

Para el espectáculo de medio tiempo aquí les dejó este divertido video


Apéndice
  
*Cebra: así se le llama a los árbitros del juego que usualmente usan una camisola a rayas por tal motivo se les nombra como cebras            

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