¡Denankiu Shasha!



Eran la seis de la tarde cuándo la entonces Cineteca Nacional ardió, yo tenía entonces 9 años y vivía en la Colonia el Retoño, en la entonces Delegación Iztapalapa, ya muy cerca de la Benito Juárez y Coyoacán, así que la columna del negro humo la pude ver, era la premonición de una oscura era del cine nacional.
 
Era el sexenio de José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, los cuates lo conocían como JOLOPO , el “Don Juanesco” presidente quien, había designado a su hermana como directora de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), órgano supervisor de películas, programas de TV y de radio, Margarita López Portillo hermana del “Preciso”, quien bajo su gestión se popularizó el llamado cine de ficheras, encabezada por nada más ni nada menos que Aleksandra Aćimović Popović, pa’la banda Shasha Montegro. 
 
Según la teoría conspirativa de un buen amigo dice: que el incendio lo causó Carmen Romano de Portillo, ya ex mujer de JOLOPO, en complicidad con su ex cuñada, para acabar con el acervo fílmico de la Vedette quien le había arrebatado del lecho al causante de sus desvelos, ¡já! 
 
Y añade mi gran amigo, que tanto Carmen como 'Mago', no contaban que la industria filibustera del Barrio Bravo ya había hecho un buen respaldo para los “manopensantes” futuros de los nacientes años 80 y me aventuro que hasta estos años 20 de este Siglo XXI. 
 
 
Un corto circuito, la venganza de Carmen, o lo “hot” de las cintas de las “Encueratrices elevadas a estrellas del celuloide”, todo pudo pasar en el Sexenio en donde el Presi lloró porque no pudo defender al peso como un perro y nos falló… 
 
Ya como adolescente pajero-paisajero, ya Shasha era un ícono para quienes consumíamos el cine de ficheras --porque he decirles que el buen cinéfilo ve de todo no solo cine de autor--, las llamadas sexi comedias era lo que dominaba, no había mucho de donde elegir en esos años, la veta de la época del Cine de Oro hacía mucho que se había agotado, de vez en vez se encontraban algunas joyas, pero eran escasas.
 
Sin embargo el “western mexicano” encabezado por los Hermanos Almada, además del género ya mencionado era lo que se exhibía en las salas de cine de aquellos años, lo paradójico es, se supone, que las “buenas costumbres” eran las que tenían la tijera en RTC, pero se pudieron ver películas como: La vida difícil de una mujer fácil (1977), Bellas de noche 2 (1977), Noches de cabaret (1978), Las Cariñosas (1979), Las Tentadoras (1980), Blanca Nieves y sus 7 amantes (1980), La Pulquería (1981), ¡En fin!
 
Según su biografía nació en Italia, es de ascendencia yugoslava, su niñez la pasó en Mendoza, Argentina, para la década de los años 70 del Siglo pasado viaja a México, actúa en una película junto a José José y Verónica Castro que se llamó Un sueño de Amor (1972), y sumó más de 70 películas y según esto cinco telenovelas. 
 
Lo que si es un hecho es que esta bella mujer fue el sueño húmedo de muchos, por mucho tiempo sus posters adornaron muchos talleres, muchas revistas estuvieron ocultas bajo el colchón, el amor estaba en aire, ¡bueno! El caso es que el pasado 14 de febrero, a la edad de 78 años Doña Shasha se despidió de este mundano mundo, que la censuró, pero que siempre la amó. 
 
A decir verdad, para mi si me diera a elegir, que seguramente me lo negarían, siempre preferiré a Angélica Chaín, ¡Ummm! ¡Chiquita! 
 

¡Denankiu! 

 
Aunque yo siempre escuche “Tenanquiu”. 
 
Y si de sueños húmedos se trata, Regina Inés Barbosa Govea, mejor conocida como Gina Montes, hechizó a millones de mexicanos que no se perdían la introducción el Show Mágico Cómico Musical “La Carabina de Ambrosio”, quien a ritmo de Quartz, durante 15 segundos, provocaba que medio México se paralizará, literalmente. 

 El pasado 5 de febero, se recibió la noticia que el 27 de enero había fallecido en NY a la edad de 80 años, ya alejada de los escenarios y dedicada a otros menesteres, para quienes recordamos esos años el hipnótico vaivén de su exuberante figura queda sin duda tatuada en el recuerdo colectivo de muchos y tal vez de muchas.

Gracias, Tenanquiu, Denankiu, lo que sea Gina, estoy seguro que muchas manos amigas te recuerdan con agrado.



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