¿¡Y los cabarets!?

A mi amigo Víctor Hugo Velázquez Bernal

El "Jo", que no suelta el vidrio,  acompañando a el "Pipo"
La noticia la recibí hace unas semanas vía mesengger, palabras más, palabras menos el mensaje era que. Víctor Hugo, el “Pipo”, había fallecido; ¿cómo?, ¿de qué?, pero la pregunta esencial era: ¿por qué?, tratar de responder este cuestionamiento es parte del misterio de este paso que tenemos como seres mortales en este espacio-tiempo que llamamos vida.

Conocí al Pipo cuando tenía escasos 11 años, acababa de arribar con mi familia a ese suburbio llamado Villa de las Flores, Coacalco, ¡en el Eeeeeeestaaaaado de México!, ahí en la calle de Maravillas (una eterna cantera, de cábulas, dirían otros buenos amigos) convivimos, tuvimos innumerables aventuras, peleas, discusiones, grandes juegos de futbol y ‘tochito’, interminables charlas en donde planeábamos el futuro que nos deparaba, por supuesto que cuando tuvimos edad unas parrandas de antología, como aquella en la cual terminamos en Acapulco, sobra decir que el chilango que se precie de ser chilango, sino hace el “acapulcazo” no es  chilango.  

‘Huguito’ le decía su mamá, los compas en la calle en esos años le decían el ‘Francés’, porque tenía un liviano toque de gangosidad, por lo cual algunas palabras sonaban como el Inspector y Do-Do, personajes de la Pantera rosa, Víctor Manuel su hermano gemelo, siempre fue su cómplice, nunca los vi pelear es más se aliaban para cargarle ‘la pila’ a Marco, su carnal, quien era mayor por dos años, era la eterna lucha que existe entre carnales, descifrar ese misterio será tema de otro “mamotreto”. 

Como todo chamaco de esa esa edad tenía facilidad para las actividades deportivas, así que hacer equipo con él era garantía de diversión, fue él quien me enseñó algunos secretos del futbol americano, pases largos y cortos, en el futbol junto con la demás banda de Maravillas retábamos a otras calles la mayoría de las veces nos iba bien y regresábamos haciendo el recuento de la victoria o de la derrota. 

Crecer es inevitable y madurar, en ocasiones se convierte en una opción. La adolescencia llegó y claro la convivencia tuvo que modificarse, a nuestras vecinas, varias de ellas hoy muy guapas mujeres, nos provocaba cierta “comezón, ¡claro! iniciábamos esa etapa en la que empezábamos a apreciar muy detalladamente la figura femenina, aún recuerdo aquella ocasión en que pasamos por el cine de la colonia en donde se exhibía el “Día de los albañiles” ahí el buen Pipo viendo el póster de la película en donde se retrataba una escena en donde salía la preciosa Angélica Chaín pronunció esa frase histórica, obviamente para nosotros, “¡Iiiraa se le ven los pelos!” Sí, no es una frase de Platón o Descartes, pero refleja la fase que vivíamos. 

La Secundaria fue una etapa en donde el carácter, la personalidad y nuestras respectivas vocaciones nos empezaron a definir tres años en esas aulas nos dieron el boleto y licencia para empezar a querernos acabar el mundo, por decirlo de alguna manera, aún recuerdo que fue en una posada en donde probamos el ponche con piquete, hicimos a un lado eso de pegarle a piñata, ahora la conversación giraba en torno a las peleas, a los “supuestos fajes” con las compañeras, los adolescentes que se querían sentir adultos, queríamos vestir a la moda, presumir los tenis Rebook, Nike, LA Gear, usar los zapatos Top saider tras haber ahorrado por meses, en fin dicen que los viejos tiempos fueron mejores tiempos, es posible.

Al terminar la Secundaria el Pipo pasó el examen en el IPN, se quedó en Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos No.11 Wilfrido Massieu, mejor conocida como la Voca11, mientras tanto yo anduve deambulando en varias escuelas, Cbtis, Colegio de Bachilleres, una prepa abierta, hasta que hice mi examen al CCH y fui aceptado, para ese tiempo este buen amigo decidió dejar la escuela para estudiar lo que en verdad era su vocación: ser Chef, su familia y todos quienes lo conocíamos le dijimos: ¡No mames! ¿Cómo qué cocina?. Lo cual con el paso de los años y ya viendo que era en serio su vocación varios nos encargabamos de “cargarle la pila” tus materias van a ser: Cucharas I , Sociología de los frijoles, Historia Contemporánea del mole, Taller de lavado de platos… “¡aguantó el calor!”.

Una época que rememoramos con mucha frecuencia fue cuando trabajamos como meseros, ahí aprendimos, además de lidiar con borrachos, ser buenos para ‘la copa’, aprendimos a beber, porque es parte de las convenciones sociales, es una buena justificación ¡já! Y en ese andar un jueves por la noche, esperaba el primer debate televisado Diego Fernández de Cavallos-Cuauhtémoc Cárdenas-Ernesto Zedillo expondrían en cadena nacional sus razones para ser presidente de México, estaba por iniciar ese “espectáculo” cuando el Pipo pasó a mi casa me dijo el Ñerik está en el Rocamar (histórico centro botanero de Villa de las Flores) vamos por un par y regresamos… Sí, regresamos pero hasta el lunes por tarde después de haber pasado todo el fin de semana en Acapulco.

Obviamente en la calle fuimos tema de conversación, tres mozalbetes ebrios decidimos agarrar la farra, recuerdo que en la madrugada nos trasladamos a Indios Verdes, a Tasqueña, horas borrosas; el astro rey me despertó cuando ya transitábamos por la nueva “Autopista del sol” y todavía estábamos el domingo por la tarde en Caleta bebiendo com un 'compa' chileno que andaba recorriendo el Continente, el vaivén de las olas nos invitaba a quedarnos, pero la conciencia nos dijo: regresen; regaños, advertencias. A Erick y al Pipo los corrieron de sus casas, así que se tuvieron que refugiar por unas semanas con sus tías, yo tuve una buena reprimenda.

La vida nos llevó a experimentar un sinfín de aventuras, la frase que más define esta amistada es aquella que escuché en ese legendario programa llamado Los años maravillosos cuando la voz en off de Kevin Arnold describía su amistad con Paul Pfeiffer: Para que los amigos puedan crecer juntos tienen que crecer por separado. Al terminar su carrera de Chef Ejecutivo consiguió trabajo por internet se fue a vivir a Barcelona, laboró en un crucero, como era uno de sus sueños, visitó Dinamarca y tantos otros países de Europa, a su regreso a México estando yo en Oaxaca me visitó nos pusimos una borrachera de antología en un bar llamado el Cielito Lindo, con puro mezcal; nos reímos de Marcos que siempre nos decía que íbamos a terminar él atendiendo una fonda y yo un puesto de revistas, el canijo casi le atina.

Y ¿por qué se llama este texto y los cabarets? Bueno el Pipo era un tipo muy ocurrente, decías las cosas con mucha naturalidad, como valiendole madre todo, por ejemplo aquella vez que en la chamba de meseros lo sorpremdimos escuchando extasiado a Demis Roussos, mientras, o bien cuando conoció a un buen amigo a quien le invitó una ‘cuba’, pero como aquel “interfeuto” había jurado no beber por unos meses solo olió el dulce aroma del brandy el Pipo sorprendido le contó a todos: “¡No mames ese wey solo se dio las tres aspirando la botella!”. 

En otra ocasión en el departamento de otro buen amigo a quien llamaremos Chapo, para no revelar su identidad, bebíamos ya entrada la mañana, cuando le dio por “guacarear” tras dejar el hígado y todo lo demás en el trono sale el cabrón consternado y a la vez reflexivo y suelta: “¡tarde pero se me subió!”, fue esa misma noche o madrugada, tal vez fue en otra cuando tratábamos de arreglar el mundo dilucidábamos el porque no nos alcanzaba el dinero para los gastos de la semana, entonces enlistamos cómo es que repartíamos el ‘varo’, que el pasaje, que la comida, que los libros; el balance hasta ese momento era positivo, pero el wey dándole una fumada a su cigarro dijo --refutando las cuentas que hicimos--, “¡Sí, sí, todo bien pero ¿y los cabarets? Hay que guardar para los cabarets” ante tal argumento solo quedaba reir, así era mi amigo que hace unas semanas falleció.

Vivió, viajó, estoy seguro que cumplió sus metas, me quedé en planes de irlo a visitar a Querétaro donde vivia; de aquellos chamacos de la calle que nos pasabamos jugando todo el día en las vacaciones en Maravillas, él es el primero que nos deja, a todos nos tomó por sorpresa. Hoy solo hay recuerdos, recuerdos buenos y aunque suene trillado no perdamos la oportunidad de visitar a los amigos, a la familia en vida, decirles lo mucho que los apreciamos, lo bien que la pasamos. 

Amigo Víctor Hugo Velázquez Bernal, el “Pipo”, un saludo y un abrazo fraterno a tu familia y tí hasta donde estés y para cerrar escuchemos a Demis Roussos con My friend the wind.









Comentarios

  1. Que bonito leerte y más con esas historias y si esa escapada a Acapulco fue histórica en maravillas 😜😜 y si tema de conversación por mucho tiempo. Recuerdo cuando se iban a algún lado y les decían nada más no se vayan a ir a Acapulco jajajajaja

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