¡Y si su cuerpo es un montón de achaques...!


It's so hard to get old without a cause
I don't want to perish like a fading horse
Youth's like diamonds in the Sun
And diamonds are forever
(Forever young /Alphaville)

 

Cuando Tenga Sesenta y Cuatro /Cuando envejezca, pierda mi cabello /Dentro de muchos/ ¿Seguirías enviándome un regalo en San Valentín?...

¿Y si en esta ocasión mejor iniciamos con el dialogo de una de las escenas épicas del cine mexicano?, para mi una de las mejores, si me apuran la mejor. Andrés y Fernando Soler, un pedro Pedro Infante, sublimado, dan vida a Cruz Treviño de la Garza (Fernando), Silvano (Pedro) y el Tío Laureano (Andrés) en la película No desearás a la mujer de tu hijo (1950, Dir. Ismael Rodríguez), desde la primera vez que la vi, tendría yo si acaso 7 u 8 años, a esa edad no puede más que asombrarme al ver semejantes actores, además hay que destacar iluminación, manejo de camara, close up, medium shot, música incidental, pero sobre todo el tono de uno de los mejores actores del cine de la época de oro y el ídolo. Sin más empecemos
 

(…)

 

Tío Laureano: Pero Compadre los muchachos se quieren.

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: Yo no acepto derrotas de mi hijo, todo antes que eso.

 

Tío Laureano: ¿Para que sacrifica uste a mi hija? Hombre.

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: Ella llegará a quererme, todas me han querido.

 

Tío Laureano: Eso era antes.

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¿Y Ahora por qué no?

 

Tío Laureano: Porque eso era hace 30 años compadrito de mi alma.

 

Cruz Trevíño Martínez De laGarza: ¡Pos por eso mismo! Ora tengo más urgencia de que me quieran y me ha de querer, ¡como que me llamo Cruz Treviño Martínez De la Garza!

 

Tío Laureano: ¡Alma mía de m´ija pero como va quererte si y eres un viejo!

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¡Cállate Laureano, o te rompo el alma!


Silvano: ¡Sueltelo apá! Vayase tío Laureano, que mi padre y yo tenemos que hablar, de hombre a hombre.

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¿Qué tienes tú que decirme de hombre a hombre? ¡Mequetrefe¡

 

Silvano: Lo que usté como mi padre no ha querido entender, ¡Que ya es usted un viejo!

 

Silvano: No se canse la mano apá, ¡porque voy ha hablar!

 

Cruz TrevíñoMartínez De la Garza: ¡Si te dejo boca con qué!

 

Silvano: ¡Mientras la tenga hablaré! ¡Usté me va a oir¡ ¡Venga apá!

 

Silvano: ¡Mírese, mírese de una vez tal cual es apá! ¡Mírense esa panza apá, mírese esas canas!, ¡esas arrugas! Antes se enamoraban de usted, sí. ¿Pero ónde está aquel brillo de sus ojos? ¿Ónde aquella voz fuerte y enamorada? ¿Qué sé hicieron esas piernas ágiles? ¡Su mirada! ¡Mírelas! ¡Mírelas¡ Su sonrisa y su mirada eran como un chorro de agua impetuosa y cristalina ¡¿Ora?! Ora no es más que un triste chisguete que se pierde en la tierra agrietada por la seca final. ¡Eso parece su alma y su cara apá!

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¡Cállate Silvano!, ¡que´s a tu padre al que le estashablando así!

 

Silvano: ¡Siempre le ha seguido la corriente apá! ¡Siempre lo he respetado y obedecido!, pero ora se trata de la felicidad de Josefita.

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¡Mi vida es Josefita! y yo te juro que la haré féliz.

 

Silvano: ¡No jure lo que no está en sus manos cumplir apá!, ¡no jure contra el tiempo que es jurar contra Dios! Nadie puede vivir a contrapelo; usted fue flor,maduró, dio fruto ¡Ya cumplió apá¡ ¡no quiera seguir siendo flor que ya no puede!

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¡Toy´joven todavía!, ¡y si tengo canas es por lo mucho que he sufrido! ¡Y si mis ojos ya no brillan, es por lo mucho que han llorado a tu madre!

 

Silvano: ¡Y si su cuerpo es un montón de achaques es por lo mucho que ha inflado y parrandeado! Y que le va usté a hacer. Dios nosda a todos nuestra botella de la vida, unos se la beben a sorbitos, otros a tragos. ¡Usted se la bebió de un jilo apá!, ¡ya no le queda nada!

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: …¡Mientes! ¡Cállate te digo!, ¡mientes!

 

Silvano: ¡Ya no le queda nada apá! ¿No ha visto el surrón que dejan las víboras cuando cambian de pellejo? Y tal parece la misma vibóra hasa ojitos tiene pero está hueco y no sirve pa’nada ¡Así está usted apá, es puro surrón!   

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: Surrón lo serás tu descastado. Todavía trae la leche en los labios ¿y te atreves echarle habladas a tu padre? Pues oyeme bien ¡Soy el mismo de siempre! ¡Más hombre que nunca! y en cualquie terreno. ¡Y entiéndeme como hombre y no como hijo! ¿Estamos?

 

Silvano: ¡Mire apá! Lo único que hay vivo en usted es la imaginación, y lo hace creer que todavía puede hacer cosas que antes hacía y ¡entiéndamelo como hombre y no como padre! ¿Estamos? ¡Imaginación apá, imaginación no’mas!   

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: ¡No es cierto! Yo soy el mismo de siempre. 

 

Silvano: ¡Qué va ser! 

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: Cruz Treviño Martínez de la Garza. Tengo la misma alma, y el mismo corazón ¡Curtido por las penas, pero más bravo que nunca. Soy el mismo que querra a Josefita siempre ¡Y malaya quien lo dude! 

 

Silvano: ¡Ya le tiemblan las manos apá!

 

Cruz Trevíño Martínez De la Garza: Me tiemblan de coraje y de rabia. Y si tú, Laureano y Josefa y éste, me quieren gritar que soy viejo. Pues yo legrito a todos que ¡Mienten! ¡A todos! ¡Mienten! Con que jurar contra el tiempo es jurar contra Dios. Pues sabes una cosa que Cruz Martínez Treviño de la Garza se ríe del tiempo ¡Me río! ¡Me río! 

 

Tío Laureano: ¿A dónve vas muchacho?

 

Silvano: ¡Déjeme tío!, ¡Qué brutalidad hice!

    

Tío Laureano: ¡No mi’jo cumpliste con tu deber!

 

(...)

 

Y a todo esto ¿por qué la reproducción, casi estenográfica, de esta escena? Pues porque como bien dice Cruz Martínez Treviño de la Garza: …Y si tú, Laureano y Josefa y éste, me quieren gritar que soy viejo. Pues yo legrito a todos que ¡Mienten! ¡A todos! ¡Mienten!

 

¡Eso  es lo que qusiera decir!, pero no es así, ya todo es imaginación. Hace un par de años me reuní con amigos y amigas de la glorioda Facultad de Estudios Superiores Acatlán, había pasado casi dos décadas de haber culminado los estudios e hicimos un recuento de recuerdos y los daños de esas épocas doradas, en esas estabamos cuando les dije que yo acudía a una revisión médica anual, practicamente ya eran cuidado geriátricos, lo cual causó risa, era obvio, pero ya en reflexión les dije: ¡pues que edad creen que tenemos! Ya no puedo ir al pediatrico, lo cual causó más risas. El paso del tiempo es inevitable, nada se puede hacer, recuerdo también ese texto del inolvidable Armando Vega-Gil que narrá el momento en que se enteró de la muerte de John Lennon, —texto que se publico en la revista La Mosca en la pared y luego fue parte del Diario íntimo de un Guacarróquer—ahí dice que en cuanto escuchó la noticia en la radio intentó subir el volumén pero un calambre le impidió hacerlo, tardó en poder levantarse de la cama, las rodillas empezaron a doler, fue un envejecimiento instantáneo entonces en ese momento se dio cuenta que la juventud ya se había ido desde hace ya mucho tiempo a pesar que se dice que la edad es un estado mental ¡Mentira! Hace unos días acudí a mi revisión anual y obviamente volví a confirmar que los años se sienten inevitablemente a pesar que diariamente hago más de 20 km en bicicleta, pero las articulaciones rechinan, los reflejos ya son en cámara lenta, el aire en una pendiente escasea, correr 20 metros a toda velocidad ya solo es un recuerdo, saltar solo si es necesario. 

 

A pesar de ello hemos envejecido con dignidad, claro, amanecer bebiendo ya es una anécdota, para recuperarme de una desvelada requiero de dos noches, tres cervezas ya me marean y hacer el “delicioso” dos veces consecutivas ya es deporte de alto riego y con firma ante notario en donde se plasme que es bajo responsabilidad propia ¡naaa! No tanto. Aquí si le hago segunda a Cruz Treviño Martínez de la Garza: Pues oyeme bien ¡Soy el mismo de siempre! ¡Más hombre que nunca! y en cualquie terreno. ¡Y entiéndeme como hombre y no como hijo! ¿Estamos?

 

A unos días de la celebración del Día de muertos no está por demás recordar lo finito que somos que podría citar de nuevo al padre del “periodismo gonzo” Hunter S. Thompson, pero mejor citó a viejo indecente Charles Bukowski: “Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad”. 

 

¡Vivamos! A pesar que duelan las rodillas, la cintura y de vez en vez el alma.

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