50 kilómetros antes de que me lleve el diablo (crónica en pedales)



Mejor tu sigue feliz
Y a mi que me lleve el diablo.
(Ramón Ayala)

El corredor de maratón tras varios kilómetros a buen ritmo llegan un momento que entra en crisis, el muro le llaman, las piernas flaquean, los pulmones no parecen responder, la vista se nubla y es en ese momento cuando muchos se retiran o bien si no se administraron bien su carrera es ahí cuando el triunfo se les diluye; pues bien el muro al que me enfrente fue el muro 24 luego de varios ascensos que ya sumaban los 600m, en ese momento no podía dejar de pedalear, si lo pensé al ver una frondosa sombra a la orilla de la carretera, pero no, ese fugaz momento de rendimiento se esfumó, seguí…
 
24 horas antes 

Estando en donde dicen que es la cuna de la Canción Mixteca, charlaba con unos colegas acerca de visitar la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, la famosa FILO, para recordar viejos ayeres, voy a llevar a Secretariat, porque tenía un reto en mente.
 
¿Secretariat? 

No sé si esa vieja costumbre de bautizar a los autos, motos, camionetas se mantenga, recuerdo mucho en mi calle que un camión de pasajeros que era manejado por uno de los compas de la calle llevaba por nombre el Enterprise, otro compa cuando estrenó su poderoso vocho le asignó el nombre de Lunave, en mi caso elegí el nombre de Secretariat, aquel famoso caballo ganador de la triple corona y que fue colocado en la lista de los mejores atletas del Siglo XX. 

Y llegué a la Verde Antequera 

Mucha, mucha gente, las celebraciones de Día de muertos en todo su esplendor, gente disfrazada, gente maquillando, música en cualquier rincón, olor a cempaxúchitl en toda la ciudad, extranjeros maravillados por enésima vez de lo que ven, fiesta, fiesta. 

Una vez instalado, de nuevo me dirigí con Secretariat a la sede de la FILO, tenía la saludable intensión de mercar un texto, iba animado, a ver con qué sorpresa me iba a encontrar y la sorpresa es que no me dejaron pasar, la bicicleta que uso es plegable, sin embargo, el guardián del orden público me dijo en tono imperativo ¡NO PUEDE PASAR!. ¿Por qué? --pregunté intrigado--. La respuesta fue: es que puede lastimar a alguien; ante esa lógica decidí retirarme. Me fui a cenar porque ya el hambre me atosigaba. 

Tras una tlayuda, un par de “memelitas”, y dos vasos de agua de jamaica, empecé a planear el recorrido del día siguiente, tenía que levantarme temprano, a más tardar a las 5am, trasladarme a Nochixtlán y de ahí a Villa de Tamazulapam del Progreso, según el Google Maps son 50km de distancia, así que decidir planchar oreja temprano. 

El ‘arrastre’ 

En la “jerga ciclista” le llaman arrastre cuando al contingente lo trasladan por medio de vehículos, camionetas del punto que terminó una etapa para iniciar la siguiente muchos kilómetros después, así que a las 06:00 horas ya estaba abordo de una suburban que me iba a llevar a mi punto de partida: Nochixtlán. 

Nochixtlán, según su toponimia significa “Lugar de la grana”, hace algunos años este municipio de la región mixteca se dio uno de esos sucesos que marcan la historia de los gobiernos en turno. 

Yéndonos por estos lares cuenta la leyenda que por aquí caminó Dzahuindanda, el Flechador del sol, quien le lanzó sus flechas al astro rey para verlo caer cuando la tarde veía llegar la noche. Así que ahí casi a las 07:00 inicie el trayecto. 

Breve calentamiento, casco, chaleco fosforescente, buff, audífonos (no recomendable), pero la música es un elemento para no rendirse, las rolas motivan, si lo sabré; el sol ya se asomaba y el Flechador no estaba para retarlo a duelo, así que habría que iniciar antes que sus abrasantes rayos hicieran merma. 

A rodar… 

Calambres 

Una recta, luego el primer ascenso, breve, la iniciaba la prueba den resistencia, el paisaje agradable, una recta infinita, y obvio era necesario tomar la foto (para que no digan, para que no le cuenten), una vez cumplido el rito de la pose, de nuevo sobre los pedales, pero unos metros más adelante… calambres, pero ¿por qué si apenas son 5km? Mal calentamiento, escasa hidratación, bueno solo parar para tomarse la selfie, el caso no es dejar de pedalear, si paramos por solo unos cuantos tirones, nunca vamos a llegar, así que el chiste no es detenerse nuevamente, además ya urgía desayunar.

Yanhuitlán 

“En la cercanía de la cosa nueva” así se traduce este sitio en donde se edificó un magnífico Ex-
convento dominico, que completa el nombre de este municipio Santo Domingo Yanhuitlán, parada obligada, para toma de fotos, se tenía que documentar el momento, además que era necesario desayunar, así un buen café de olla, acompañada de cuatro “memelitas”, fue lo más nutritivo para tomar fuerza para el duro ascenso que se veía a la distancia. 

A manera de breviario cultural les recomiendo leer Azteca del autor estadounidense Gary Jennings, quien describe en su relato de los viajes de su protagonista, Mixtli, su paso por Yanhuitlán, es un pasaje bastante oscuro y lúgubre. 

Dos corazones 

Una vez satisfecha las necesidades fisiológicas, tras prever una buena hidratación de nuevo en ruta sobre la Carretera internacional 190, primera gran prueba, casi 4km y 178m de ascenso y bueno las viandas probadas hacen unos instantes rindieron frutos, ¡vaya que sí! la intención era no parar, sin embargo, el paisaje que ofrece el Paraje Dos Corazones, que forma parte del Geoparque de la Mixteca Alta es inevitable no detenerse para tomar la fotografía de rigor, además necesitaba recobrar el aliento. 

Ahí en una ficha técnica se puede leer la explicación que esta formación geológica que en el imaginario representa a un corazón roto y uno completo, no leí más recuperar oxígeno era lo que más me ocupaba, me recosté en el césped, vi pasar las nubes por el firmamento. Ante esa inmensidad, se recargó el corazón, los pulmones y la fuerza en las piernas para proseguir. 


Otro respiro 

Había que hacer pausas, si no a este ‘aporreateclas’ que intenta escribir, se lo hubiera llevado el diablo, un recorrido de 4.5km un ascenso total de 114 m con un descenso de 68m, fue el siguiente test, para ese momento el sol ya estaba en todo lo alto, corría un viento fresco, casi helado, que hacía que los músculos se empezaban tener esos tirones de calambres, pero en esos instantes tanto del descenso, como el pedalear en las cuestas el chiste es no parar y más en las zonas de curvas, cabe mencionar que tanto automovilistas como camioneros, respetaban a este solitario ciclista que ponía a pruebas sus capacidades físico-mentales.

Así que una vez que logré pasar esta zona de curvas, vi una gran sombra generada por una fila de pinos, que van en dirección a RFO Cieneguilla, sin dudarlo le di descanso a Secretariat, a mis piernas y me tumbé de nuevo en la 'reconfortadora' sombra, cerré los ojos y creo que dormité por unos segundos, mismos que me volvieron a dar fuerza, el viento pasar por la hierba, por las ramas de los árboles fueron un arrullo, que de nuevo elevó la adrenalina para continuar. 

El muro 

Ya con algunas horas de recorrido, varias pausas, era el estirón final, el última ascenso más de 100m, hidratado, motivado, decidido a no detenerme, reinicié y ahí vamos, un kilómetro ascendiendo, un breve respiro, para poder pararse en los pedales durante 800 metros para luego iniciar, para un largo ascenso por espacio de 2km, eso no es nada para los profesionales de la ruta, para los salvajes de MTB, para quienes hacen esto semana tras semana, pero para quien usa una “baika” urbana, casi solo para ‘dominguear’, pues el reto ¡está chido¡ 

Fue en los últimos 1000 m del ascenso cuando se presentó el muro, de repente la vista se nublaba, el dolor en músculos que no sabía que existían era martirizantes, una de las opciones era orillarse y de nuevo retomar aire, pero no, el paso de un solitario motociclista levantando el puño, a manera de saludo y motivación, elevó de nuevo la adrenalina, la cima que parecía se alejaba, ahora se acercaba, el chiste, eso creo es no obsesionarse con la meta sino concentrarse en pedalear, sudar, disfrutar ese dolor, y cuando levantamos la vista ya estamos en la cima, que manera de liberar la adrenalina, el esfuerzo con un grito ¡genial! 

Una breve escala para tomarle una foto a Secretariat, que no falló en el momento clave. 


Un can al acecho 

En todo el camino me encontré con algunos especímenes caninos que ignoraron mi andar, uno solo se atrevió a ladrarme y amagó con perseguirme, pero desistió, uno más al ver que le tomaba fotos a una bicicleta, se acercó sigilosamente como si hubiera encontrado una presa, pero al verme solo se echó a la orilla de la carretera y me vio partir. 

Descenso, rectas, una nieve y recorrido cumplido 

El plan mental era seis horas de Nochixtlán a Tamazulapam del Progreso, no era competencia, más que conmigo mismo, tomar fotos y poner a prueba las capacidades mentales, la parte más complicada ya había pasado. 

Así que de nuevo a pedalear, ya era solo un recorrido de un largo descenso, el aire pegando el rostro, la satisfacción de haber logrado “trepar la alta montaña”, muy al estilo de Miguel Arroyo, el “Halcón de Huamantla” o Nairo Quintana, el legendario "escarabajo colombiano". 

Fueron más de 23 kilómetros, con una pausa para volver a hidratarme con una deliciosa nieve de nuez, ya oxigenado los pulmones, de nuevo tomar la Ruta 190, el paisaje mixteco es delicioso y a la vez embriagador, si había dolores, ya no importaba, esas interminables rectas son metáforas de esta loca vida de un ciclista aficionado. 

Antes de llegar a Tamazulapam, que significa “En el agua de los sapos”, hice la penúltima foto de la rodada, no era de velocidad, si no de resistencia y no claudicar. Así ocurrió. 

Ya en una vez en Villa de Tamazulapam del Progreso, con 50km en las piernas, respiré, mordí una refrescante manzana, acabé con líquido hidratante y le tomé la foto testigo, para recordar estos cincuenta mil metros de pura-total-y-absoluta-adrenalina en dos ruedas y sobre pedales. Y no, no me llevó el diablo, no me llevó. 

Epílogo 

Tras un arrastre de unos 37km, arribé Huajuapan de León. ¡Sí!, no traía libro bajo el brazo, pero si una buena historia. Ya en la noche tras revisar algunos pendientes, observar el altar de muertos en casa, me tendí en la cama puse música y dormí como si tuviera la conciencia tranquila. Al menos en la noche después de la épica rodada; en efecto ¡así fue! 

… Si un día te fuiste de mí/ Y hoy vuelves, ¡demonios!, ¿qué hago?/ Si te perdono, ¿pa' qué?/Si te maldigo, ¿qué gano?/Mejor, tú sigue feliz/Y a mí, ¡que me lleve el diablo!



Comentarios

  1. Gatubelo Amigo ahori si te fue como al caballo Blanco.

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    1. Saludos mi estimado Gil, en efecto llegué como ese mítico caballo, pero llegué

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