El 'maese' Agustín es la onda


Traté de propiciar la buena fortuna que disfrutaba
y nunca me cerré a cualquier cosa que promocionara
mi libros sin traicionar, eso sí, una base de principios
 bien tangibles que en ese momento los sintetizaba la
frase de Dylan: para vivir fuera de la ley hay que ser honesto.
(El rock de la cárcel/José Agustín)

Cuando le hice la mención que él era parte de la "literatura de la onda" inmediatamente atajó:

--Esa fue una etiqueta, invención de Margo Glantz, con la que no estoy de acuerdo. 
 
Lo dijo terminantemente, en un tono bastante amable; no había porque abundar sobre el tema, y más por que minutos antes en una charla que dio ante cientos de alumnos de la Universidad Anáhuac de Oaxaca, una de las alumnas, organizadoras de la Semana Anáhuac había increpado al Maestro por qué según ella su estilo de escritura atentaba con las buenas costumbres, era los albores del nuevo milenio y todavía la pluma de José Agustín Ramírez Gómez causaba resquemor en las conciencias puras y recatadas, sobre todo de en la Universidad que fundó el Padre Marcial Maciel, integrante de los Legionarios de Cristo, señalados por el abuso de menores, entonces el chiste por lo tanto se cuenta solo. 
 
Al final de su ponencia, el rector de la Universidad Campus Oaxaca, un tanto apenado y guardando las formas se acercó al Maestro para ofrecerle una disculpa por el exabrupto, el autor de obras como La Tumba entre muchos otros títulos, tomó las cosas con calma, hasta con humor y le dijo: son jóvenes y de alguna manera se tienen que expresar, palabras más, palabras menos. 
 
Posterior a ese 'incidente' volvió a tomar asiento para firmar decenas de autógrafos, a quienes habían disfrutado de leer su obra formaron una larga fila, para que el originario de Acapulco Guerrero les estampara la poderosa, hoy un recuerdo y souvenir invaluable. 
 
Para ese tiempo, en el diario que yo laboraba habíamos creado un suplemento que tenía como eje la música y por consecuencia la contra cultura, Pueblo Fonky se llamaba esa publicación que se editó domingo a domingo por espacio de tres años en la Verde Antequera, halago en boca propia es vituperio, pero en ese entonces el PF com se le conoció fue referente para quienes deseaban sumergirse en los viajes mentales de los habitantes de ese Pueblo


Unas semanas antes se había publicado en las páginas de ese suplemento un texto alusivo a José Agustín, el autor de dicho artículo fue El Compadre (ese era su alter ego), asiduo lector, melómano, fan de un grupo llamado The Beatles (sobre valorados sin duda), buen sentido para la escritura y de profesión arquitecto, ese individuo en uno de los aniversarios del PF me obsequió La casa del sol naciente del rock y otras rolas, obra en donde se recopilan varios textos de José Agustín publicado en diarios, revistas como: La Jornada, Confabulario —suplemento de El Universal--, La Mosca en la pared, entre muchos otros. 
 
De ese libro me quedó marcado la narración que hace de su tío, José Agustín quien fue el que completó la versión de La San Marqueña, y ese texto en donde menciona que habla de José Alfredo Jiménez, que según José Agustín quien le entendió la esencia de "Fello" fue Pedro Infante por eso lo sabía interpretar de manera magistral, estoy totalmente de acuerdo con él. 
 
Cuándo se lo mencioné tras esperar algunas horas para que me diera la entrevista, esbozó una enorme sonrisa, los ojos le brillaron al saber que el relato de su tío había gustado a un extraño que le había mencionado “La Onda”, la conversación, más que entrevista, fue de cuates, de valedores alivianados que persisten en narrar lo que ven, lo que sienten, lo que viven, había una grabadora de por medio, solo faltó un mezcal o tal vez un cigarro de “meriyein” para completar el cuadro, pero ahí estaban los visores de la Anáhuac observado atentamente para corroborar el reclamo de su alumna estrella. 
 
Cuando tuve esa conversación con José Agustín, Confabulario había dejado de imprimirse, la Jornada Semanal, estaba en transición, La Mosca en la Pared hacía algunos años que se había despedido, por lo que mantener un suplemento como Pueblo Fonky, era una labor de necios, eso fue lo que él me subrayó es una labor de NECIOS. 
 
Cuando le presenté la copia del artículo que había escrito El Compadre en dónde le pedí un autógrafo para el susodicho, el no dudo en pedirme una para él, le tuve que dar el offset en blanco y negro, yo un poco apenado, porque la de a color era para el autor del texto, sin embargo, el Maestro me dijo: 
 
--¡No hay bronca, gracias por el detallazo! 
 
He decir que antes de este encuentro, José Agustín era un referente obligado para mis contemporáneos en la FES Acatlán, libros como: La Contracultura en México, la Tragicomedia Mexicana, sus tres volúmenes, funcionaban para nosotros como los libros de texto gratuito, al descubrirlo después en la columna Cocina con alma, era un deleite, sobre todo por que ahí leíamos cosas tan simples, hasta triviales, pero que a nosotros nos daba identidad. Música, cine, literatura hasta la descripción de la jerga y modismos de “Chilangolandia” otrora De-Efe. 
 
Por mis manos y seguramente por la de millones pasaron Se está haciendo tarde, De Perfil, Ciudades desiertas, El rock de la cárcel en donde por cierto menciona que cotorreó en Lecumberri con Sócrates Campus Lemus (qepd), sí, el famoso villano traidor del Movimiento del 68, dato que corroboré unos años después con el propio Sócrates, quien lo veía en el excusado del llamado Palacio Negro, diciéndole que se apresurara que había fila. 
 
Ahora que se despidió de este mundo el maestro José Agustín, puedo presumir que tuve la suerte de entrevistar a uno de los escritores que moldearon mis lecturas, que influyó sin duda en mi estilo de escribir; compañeros de la escuela alguna ocasión me dijeron que yo era una mezcolanza de José Agustín y Armando Ramírez, lo cual para mí fue un gran halago, claro espero haber encontrado mi voz propia, pero de antemano agradezco a José Agustín Ramírez Gómez esa influencia. 
 
Y aunque no es para etiquetarlo ni mucho menos porque decir que era representante de la literatura de la onda, jipiteca, macizo, rockero, cineasta, guionista, traductor, escribano, con todo eso y mucho más, aseguro que el “El maese Agustín era la onda”.



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