El "cobarde del Condado"

Duelo a garrotazos/ Francisco de Goya/óleo que se encuentra en el Museo del Prado, Madrid España  


Promise me, son, not to do the things Ive done. 
Walk away from trouble if you can. 
Now it dont mean youre weak if you turn the other cheek. 
I hope youre old enough to understand: 
Son, you dont have to fight to be a man. 
(The coward of the county/Kenny Rogers) 

¡¡Güey!! Otra vez se van a madrear al Barbeito… 
 
En la voz del Tito, había placer, expectación, incluso --puedo aventurarme--, aburrimiento. 
 
Y ahora, ¿quién le cantó el tiro? Uno de los ‘Patos’… 
 
¿Pues no que eran sus valedores? 
 
Pero nada más el Pepe, ¡anda con su carnala! 
 
¡Chale! 
 
Jorge, creo que ese era su nombre si no mal recuerdo, de apellido Barbeito fue un habitual contendiente en las peleas, después de las clases en la “tres veces heroica” Secundaria Felipe N. Villarello, desconozco la razón, motivo o circunstancia de por qué siempre era el protagonista de rounds extra clase. Él, semana a semana se defendía o incluso en ocasiones los tiros eran uno el lunes y otro el viernes tenía ese imán para que lo desafiaran. 
 
Hurgando en la memoria, no recuerdo que Barbeito haya ganado alguna vez, siempre fue el perdedor, asistíamos al turno vespertino, y según los estereotipos los de la tarde son más salvajes, ¿hay razón en eso? tal vez; para continuar con esos clichés, quienes erean alumnos del Grupo A, eran más “fresitas”, nada más equivocado, ¡en fin! 
 
Yo era integrante, discreto casi invisible, del Grupo “B”, no caí por decirlo así en el “C o D”, antes de llegar a los golpes por lo general el honor o superioridad se dirimía, con un juego de futbol o basquetbol, pero hay quienes prefieren dirimir las diferencias con los puños, tal vez inspirados por Rocky Balboa ¿qué se yo? 
 
Antes que se pusiera de moda la palabra “bullyn” o que se visibilizara el abuso, la única forma de poder defenderse, era ésta: la violencia, no dejarte, porque si no respondías ibas a ser el barco en todo tu etapa escolar, existían todo tipo de agresiones, las físicas las más habituales, pero también estaban las verbales, que en ocasiones suelen dejar más cicatrices. 
 
Las clase habían terminado, el la alarma que marca la salida se escuchó en todos los rincones de la institución, el rumor de una pelea ya se había extendido en toda la escuela, los maestros lo sabían, pero pocos o casi nadie hacia nada una vez que los salvajes pubertos abandonan las paredes escolares; así que ahí va la procesión buscando un sitio en donde no se metieran los adultos, y que si las pandillas intervenían no tuvieran espacio para darse con todo. 
 
Existe un concepto que explica mucho de lo que hoy vivimos es la “indefensión aprendida”, que hace referencia a la condición de un ser humano o animal que ha aprendido a comportarse pasivamente, sin poder hacer nada y que no responde a pesar de que existan oportunidades para ayudarse a sí mismo, evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas. 
 
Pero ¿qué sucede de aquellos que deciden defenderse?, ¡que el valiente vive hasta que el cobarde quiere!, pueden suceder muchas cosas, desde que el abuso cese, o que se recrudezca, en el caso de Barbeito, pues ocurrió que todos lo querían de sparring, así que una semana sí y la otra también era protagonista de una pelea, y hago memoria, pero no recuerdo que haya dejado la escuela, no se cambio de turno, no se quejó con los maestros, eso creo, la vida prosiguió, nos graduamos, acudió a la fiesta y jamás volví a saber de él. 
 
Y ahí íbamos. Barbeito no podía escapar; no podía o no quería decir: hoy no, ¿cómo quedaría ante todos? Tenía esa opción. Pero tal vez ese noche se sabía ‘protegido’ por el Pepe, quien seguramente le prometió que ‘le iba a hacer el paro’, situación que no ocurrió, porque ya que una vez que se encontró el escenario en cuestión, buscó a su protector, pero no estaba, lo había visto al salir de la escuela, pero en ese desfile se fue, ya no llegó, así que el Chava, ya no se contuvo sin decir nada le tiró un patín, mismo que Barbeito amortiguó con la mano, ya no había marcha atrás. 

Hicimos un círculo. Los contendientes se trenzaron de los cabellos, soltaban golpes, de vez en cuando alguna patada, la luz del poste acompañaba la peculiar danza, murmullos ahogados, de repente un lamento, desesperado Barbeito gritó: ¡Peepe, Peepe! Pero el lastimero grito de ayuda se perdió, no encontró respuesta, lo hizo un par de veces más, su voz se apagaba, no había llanto, pero sí mucha desesperación. 
 
Nadie se metió a separar, el Chava se cansó ante la escasa oposición de Barbeito, Pepe nunca apareció y eso fue todo; tras un par de minutos nos dispersamos, el derrotado una vez que se recuperó agarró su mochila, acompañado por una de sus hermanas, por uno de sus leales camaradas, se fueron en silencio, con la mirada baja, sin voltear. El ganador, no estaba eufórico, más bien se notaba decepcionado, también se fue en silencio, los demás hicimos lo mismo. 
 
¡Chale!, ¿eso fue todo?, dijo el Tito 
 
¡Pues sí!, ya veremos la siguiente semana… 
 
Y la siguiente semana no ocurrió, pero si la siguiente, de nuevo todo el ritual, la pelea, el retiro silencioso de ambos bandos. 

¿Qué habrá pasado en casa de Barbeito, cada vez que llegaba con una derrota a cuestas? ¿le habrán dicho defiéndete o te las verás conmigo? O nunca narró el por qué de sus peleas habituales cada semana...
 
Hace algunos meses, en una escuela secundaria de Michoacán, una familia acompañó a su hija, sobrina o hermana, a que hiciera frente a su abusadora, ahí vemos a las niñas trenzadas, mientras adultos se agredían, los maestros y maestras intentaron intervenir, pero poco se pudo hacer para evitar la pelea. Histeria, llanto, desesperación. Y todo capturado por los mirones, que usan los famosos smartphone para luego subirlo a las famosas redes sociales. Como filmado está el caso de una niña de una secundaria de San Martín Teotihuacán, Estado de México, quien también es golpeada despiadadamente, pero en este caso el desenlace es trágico. Nadie hizo nada, solo grabar. 
 
Recuerdo que en esas épocas de primaria y secundaria --pre adolescente--, llegar a la casa llorando era motivo de reprimenda, el consejo o la orden era: o te defiendes o te las verás conmigo, así que había que hacer frente a quien en ese momento desquitaba sus traumas o agresiones que sufría en casa con los compañeros de la escuela, generalmente todo se solucionaba, y al final –muchas de las veces-- se formaba una solida amistad, pero eso no siempre ocurría. Con el paso de los año el agredido encontraba al acosador, a veces había desquite, sobre todo cuando físicamente hubo un cambio. El coraje acumulado afloraba, en otras ocasiones con el solo hecho que bajara la mirada, sintiéndose avergonzado bastaba. 
 
Pero ¿porqué nos acostumbramos a soportar la agresión? Justificar que eso nos formó el carácter, que gracias a esas situaciones adversas hoy somos personas exitosas, disciplinadas, dedicadas. Es la “indefensión aprendida”. 
 
¡¡Güey!! Otra vez se van a madrear al Barbeito… 
 
¿Otra vez? ¡Chale! 

Era lunes y la semana para Barbeito se prevé muy larga y sinuosa, porque dice el Tito que le va cantar un tiro para el viernes, quería empezar a forjar su fama de "valiente".



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