¡O eres Napoleón o no eres nadie!
La platica era tan acalorada que en ocasiones parecía mas una discusión, ese intercambio de argumentos, por decirlo de alguna manera, era presenciada por el hermano que menos hablaba, los veía divertidamente al fin y al cabo él ya había elegido el rol que iba jugar, pero sus otros dos carnales no definían quien iban a ser. Su madre, quien estaba más ocupada por los quehaceres del hogar, solo los escuchaba, pendiente, si en algún momento las cosas se salieran de control, de ser así el matamoscas, o el cinturón serían protagonistas de la escena que se desarrollaba en la casa. Afuera el cielo pardeaba, las nubes se tornaban grises se pronosticaba un fuerte aguacero, el paso de los autos se escuchaba en la vecindad, uno que otro avión surcaba los aires rumbo al aeropuerto de la gran ciudad, la hora del juego ya había pasado, ya habían cumplido con sus deberes escolares, las carícaturas en ese momento no eran de su interés, así que lo que les divertía era escuchar la radio. ...